La Fotografía como Galimatías. Un intento por comprenderla.

La palabra galimatías es utilizada para definir  un “lenguaje difícil de comprender por la impropiedad de las frases o por la confusión de las ideas”. Esta es la primer definición que nos arroja Wikipedia, haciendo un gesto de nuestro tiempo, pues creemos en ella como lo hacemos con el resto de la información que se produce en estas plataformas, de las que estamos muy confiados y convencidos.

Comenzaré por preguntar ¿qué tan real es la necesidad de elaborar un concepto sobre la fotografía?, sobre todo en miras de definir en nuestros días,  ¿qué es la post-fotografía?

Que la fotografía sea un  “lenguaje difícil de comprender” no es novedad.  Nació con esta característica hace ya casi 200 años; tratemos de imaginar el impacto que produjo en la sociedad de aquellos tiempos, sin referentes ni comparación, con todo por preguntar, con todo por responder, con todo por registrar. El mundo se volvió a hacer con el nacimiento de la fotografía.  Sus posibilidades se aplicaron al momento, sus alcances se vieron sobre la marcha. Un vertiginoso desarrollo de técnicas y usos le imprimieron una rapidez a la que simplemente nunca fuimos capaces de igualar. Siempre estuvo uno o dos pasos adelante, sea desde la ciencia, el arte, la industria. Nuestro destino ha sido ir detrás de la imagen fotográfica.

Con el nacimiento de la fotografía, nacieron también la historia de la fotografía, la estética fotográfica, la técnica fotográfica y demás interdisciplinas que fueron surgiendo con el fortalecimiento y emplazamiento de la práctica. Pero vale decir que fue un trabajo en dos ámbitos, el interno y el externo. Hacia adentro, reconociendo sus necesidades, hacia a fuera, fungiendo como un medio siempre dispuesto a la colaboración con otros campos disciplinares (la historia, la ciencia, el arte, por mencionar algunos). El beneficio de esta disposición fue que cada práctica y cada área del conocimiento, han justificado y avalado la disciplina fotográfica desde entonces.

Pero es necesario hablar de las vanguardias como punto decisivo para determinar el viaje sin retorno que tendría la fotografía hacia el territorio de lo confuso. Si por algún momento la fotografía estuvo asignada y limitada a su condición de registro, por sus propiedades de mímesis y de “verdad”, las vanguardias darían la libertad que la fotografía había esperado por casi un siglo.

Así el collage, el fotomontaje, las abstracciones desde la luz, las posibilidades del accidente, los retos a la fotosensibilidad y las provocaciones químicas en el cuarto oscuro. Todas éstas, renuncias a la realidad y la verdad, porque  otros mundos eran posibles gracias a esta otra fotografía.

Si en algún momento hemos creído tener una idea más clara de la disciplina, el resultado es que nunca hemos estado más equivocados. La fotografía ha sido un territorio inestable, engañoso, que se ha renovado entre deseos y promesas. Un espejismo en medio de la nada.  Seguimos ante la indefinición de la fotografía. Su ausencia ontológica quizá sea de los recursos de los que se ha valido para equipararse al arte, en lo que a paradigma se refiere. Existen argumentos axiológicos, ha sido modelo de estudios semánticos, lingüísticos, nadie duda de sus posibilidades epistémicas. En fin, tierra fértil para el estudio y la Academia.

 

Entre su rapidez y la confusión. Esa ha sido nuestra relación con la imagen fotográfica, siempre detrás de ella, siempre tratando de alcanzarla, de suponerla, de superarla. Si por momentos hemos tenido la posibilidad de estudiar algunos de sus gestos, por otro lado, el esfuerzo no ha sido suficiente para aprehenderla en su totalidad. Será por eso que no tuvimos el tiempo de hacernos todas las preguntas, de producir todas las respuestas. La fotografía entró tan rápido al campo de la utilidad, que la dejamos avanzar, crecer y transformarse, sin producir pausas que nos permitieran definirla con precisión, estudiarla a mayor profundidad, alcanzarla en su desbocada carrera entre los medios.

La teoría fotográfica tuvo un gran auge en la primera mitad del siglo XX, Benjamin, Barthes, Freud por citar algunos, ellos trabajaron desde sus valiosos campos de  aproximación. Sontag, Berger, Bourdieu, avanzaron durante los sesenta. Para mediados de los setenta una generación portentosa le da un segundo aire, – la Revista October – y pone de manifiesto la necesidad de pensar, producir y enseñar una fotografía que ya tiene la vista puesta en el cierre de siglo. La posmodernidad será su Caballo de Troya. Allan Sekula, Martha Rosler, Rosalind Krauss entre otros, serán el pensamiento que marque el fin de siglo. Aunque la pregunta que se hace incómoda siga en el aire…

Así llegamos a los noventa y un giro de tuerca trajo  la fotografía digital y con ello otra historia parecía comenzar. Perdón, tengo que hacer una pausa, estamos a punto de escribir otro cuento pero aún tengo una duda del relato anterior… y ¿qué es la fotografía? El siglo XX cerró con números rojos en su libreta de definiciones, la fotografía se sumaría a incógnitas tales como ¿qué es la vida?, ¿qué es la muerte?, ¿qué es ser hombre?  Porque el galimatías se manifestaría al tratar de aterrizar pendientes como el concepto mismo  de la fotografía, la definición de géneros fotográficos, la definición de las prácticas fotográficas, identificación, tratamiento y posibilidades de los acervos fotográficos, alcances de los enunciados fotográficos, asentamiento adecuado de los conocimientos sobre la fotografía. Solo por citar algunos pendientes o deudas con una disciplina que todavía no sabemos si migró del todo, como cambio de paradigma hacia el cambio de siglo. Una deuda. Así la entiendo como testigo de un suceso que aún no termino de asimilar: si fue la evolución de una disciplina o un cierre definitivo que dio origen a otra disciplina completamente diferente.

Geoffrey Batchen escribe “En la actualidad, poco más de 150 años después, parece que todo el mundo quiere hablar de la muerte de la fotografía[1] y cita  una serie de autores como Tim Druckrey, Fred Ritchin, Anne-Marie Willies y W. J. Mitchell,  que afirman haber sido testigos de tal suceso. Pero para Batchen, el tema tiene que ver con una crisis en la fotografía que se sucede en dos campos: “uno tecnológico, con la introducción de imágenes informatizadas y otro epistemológico, con campos de mayor alcance en los terrenos de la ética, el conocimiento y la cultura[2]

La poca legibilidad con la que la fotografía cierra el siglo, podría ser la herencia real y verdadera que tocaría a la post-fotografía., lo que complica el hecho de una sucesión entre una y otra. Aquí es donde ya no me es legible lo que tengo ante mis ojos, aquí es donde se hace más evidente la confusión del mensaje, aquí es donde no se si estamos hablando de lo mismo.

Fotografía digital, fotografía 3.0, post-fotografía… Me alcanzó y rebasó antes de que pudiera responderme la pregunta que arrastramos por generaciones: ¿qué es la fotografía? Es posible que para muchos este tema ya no tenga sentido, que haya perdido vigencia, pero en esta ocasión las dudas para mí han corrido más rápido con la post-fotografía. Estas preguntas que seguramente son espejo de otras preguntas, de otra imagen.

En este punto le pregunto a usted amable lector: ¿dejaremos que la post-fotografía corra al monte como lo hizo su antecesor?

 

Texto introductorio al programa “LA FOTOGRAFÍA COMO GALIMATÍAS”.

Post-fotografía 1.

Impartido en el Aula del Centro en Septiembre de 2018. Santiago de Querétaro, Qro.

[1] Batchen, Geoffrey (2004). Ectoplasma. La fotografía en la era digital. En Ribalta, Jorge (coord.), Efecto Real. Debates posmodernos sobre la fotografía. Gustavo Gili Ediciones, 313.

[2] Ibid., p. 314.

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