Breve reflexión en torno al fotolibro y archivos fotográficos.
Hace tiempo asistí a una conferencia en la que se quedaron unas preguntas
abiertas: ¿Las colecciones privadas y/o archivos deben seguir operando de la
misma forma? ¿Las bibliotecas deberían seguir vigentes? Tengo muy
presente estas preguntas, pues, soy una persona que observa fotografía por
diversos medios, más ahora que manejo una plataforma de difusión. En su
mayoría es a través del formato digital, incluyendo las redes sociales, y sí,
creo que estos medios condicionan mucho la percepción que se le puede dar
a una imagen.
Cuando se cree que se ha visto todo, realmente no se ha visto nada.
Últimamente he pensado en lo que puede simbolizar un fotolibro, me he
encontrado con diversas editoriales independientes como trabajos y aún así
siento que no termina, pero ¿Porqué el realizar un libro no está en mente de
l@s fotograf@s actuales?. El fotolibro viene a materializar la imagen, a decir
puedes tener la colección completa y puedes darle movimiento, pero un libro
no se abre, hasta que otras cosas se cierran. La dinámica es sencilla, el libro
puede formar parte de un catálogo y presentarse en alguna feria
especializada, alguien lo adquiere, y pareciera que aunque a veces sean de
tiraje limitado, siempre serán perenes. El modelo de biblioteca ejerce la
conservación del libro, mismo que puede ser visto por cuantos quieran; pero
¿cuántas bibliotecas hay afuera que funcionen para los fotolibros?
Sinceramente lo desconozco, creo valdría la pena pensar en ello.
La catalogación de un fotolibro no difiere tanto a la de un archivo fotográfico,
pero tienen características que los separan. Pensando en las preguntas de la
conferencia, considero que la circulación de una biblioteca se vuelve
complicada, tanto como la colección privada de un archivo; el individuo debe
acercarse, ¿cuál sería su incentivo para hacerlo? Si se hace un análisis al
modo de operación de ambos, podemos decir que ya no deberían ser
vigentes, que deberían adaptarse al estilo de vida e intereses del individuo.
Sabemos que ambos suplen ese sentido de pertenencia, de materialización y
de recuperación, pero desconocemos su localización.
Actualmente cada uno de nosotros genera un archivo (digital) entre carpetas
y discos duros; un día alguien me dijo que lo digital moriría, no me causó
conflicto, simplemente me cuestioné ¿qué estoy preservando?. Por lo
general, los archivos fotográficos se construyen por su valor y posterior su
contenido, son bajo una clasificación constante, que sin embargo, el
despertar el sentido de recuperación se vuelven completos. Las instituciones,
terminan por ser los veladores, más que propietarios. Pues difícilmente he
visto la invitación a conocer un archivo, y llamo invitación, porque se ha
acostumbrado el generar una al momento de un evento cultural-artístico.
Esta necesidad de transcendencia no suelta, los archivos vienen a indicarnos
como arruga el tiempo. Se nos ha dicho que la fotografía es palpable, es una
autoayuda para recordar, que vivirá más de 100 años, pero poco se dice de
cómo será localizable. Quizás sería necesario despertar ese sentido
arqueológico en cada uno, para salir a buscar una imagen, para despojar más
que polvo. En este momento en que lo digital abunda, no queda más que
reflexionar el cómo adaptarse, pues la fotografía estará ahí, siempre.
FOTO DE PORTADA
© Vista desde la ventana en Le Gras (Point de vue du Gras) Joseph Nicéphore Niépce,Junio 1826. Primera fotografía en la historia (que se conoce hasta ahora) conservada en Harry Ransom Humanities Research Center en la Universidad de Texas en Austin
1 Comment
Add comment Cancelar la respuesta
Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.
felicitaciones por traer este tema a mi recuerdo, los archivos de fotos (analógicas) del diario donde trabajaba mi padre era un lugar increible!!!