La fotografía como acto político
“Los ciudadanos de la URSS tienen derecho a disfrutar de los adelantos de la cultura”
Art. 46 de la Constitución de la URSS
Cuando hay manifestaciones en las calles, se realizan acciones de gobierno o es tiempo de campañas electorales, es común que se les califique como un acto político. En el terreno del arte (y de la fotografía), generalmente se califica como arte político a lo que habla explícitamente del mundo de la política, sus protagonistas y sus consecuencias. Sin embargo, tomar una postura como creador, artista o autor también es un acto político.
De acuerdo con la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, la palabra acto (del latín, actus), en su sentido más amplio es todo lo que se hace o puede hacerse. Puede significar cualquier acción, así como también hacer referencia a:
-Manifestación de una voluntad o una fuerza;
-Momento en el que se realiza la acción o suceso;
-Ejecución, en oposición a intención;
-Acto continuo (locución adverbial), el realizado inmediatamente después o a continuación del que acaba de hacerse o ha sucedido.
En lo que refiere a la definición de política, Wikipedia dice que el término política engloba todo lo que es de, para o está relacionado con los ciudadanos, es decir todos aquellos hombres y mujeres que habitan una sociedad ordenada mejor conocida en éstos tiempos como Estado. Sin embargo, la Real Academia Española nos dice que político, ca, además de ser relativo a la doctrina y actividad política, también es la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.
En este sentido, un acto político es todo lo que se hace (una acción) manifestando voluntad o fuerza desde el punto de vista de un ciudadano que interviene públicamente con su opinión (el ciudadano/autor que manifiesta su opinión/obra).
Ahora bien, ¿qué pasa con el arte político?. Para la artista cubana Tania Bruguera el arte político es el que trabaja sobre las consecuencias de la existencia, de sus interacciones, y no permanece en el nivel de asociación o memoria gráfica. Es intervenir en el proceso que se crea después que las personas piensan que la experiencia artística ha terminado. Es el que más trasciende la esfera del arte al entrar en la naturaleza diaria de las personas: un arte que les hace pensar. El arte político es el que se hace cuando está pasado de moda y cuando es incómodo, jurídicamente incómodo, cívicamente incómodo, humanamente incómodo. Nos afecta. El arte político es conocimiento incómodo. El arte puede usarse también con fines políticos, pero eso no es arte político: es arte-propaganda. (Declaración de arte político. 2010. http://www.taniabruguera.com/cms/388-1-Declaracin+de+Arte+Poltico.htm)
Por otra parte Jacques Rancière, en su libro Le spectateur émancipé (El espectador emancipado) habla del arte político como aquel que muestra los estigmas de la dominación, o bien el que pone en ridículo los íconos políticos reinantes, o incluso aquel que sale de los lugares que le son propios para transformarse en práctica social. Agrega también la idea de “la política del arte” como un entrelazamiento de tres lógicas: la de las formas de la experiencia estética, la del trabajo ficcional y la de las estrategias metapolíticas. Y explica:
“Si la política propiamente dicha consiste en la producción de sujetos que dan voz a los anónimos, la política propia del arte en el régimen estético consiste en la elaboración del mundo sensible de lo anónimo; de los modos del eso y del yo, de los que emergen los mundos propios de los nosotros políticos.”
En otro punto de vista sobre el mismo tema, Blake Stimson en The Pivot of the World. Photography and It’s Nation (El eje del mundo. Fotografía y nación), escribe luego de analizar la obra de artistas como Moholy-Nagy, Malevich, Lissitsky, August Sander e incluso Leni Riefenstahl que posterior a la primera y la segunda guerra mundial:
“Se pensaba que la imaginación política y la imaginación fotográfica podrían resolverse conjuntamente o superponerse por homología o mediante una especie de correlación estructural o sistémica. Se creía aún, de un modo que resultaría imposible unos años más tarde, que la forma social y la forma visual eran medios plásticos interrelacionados que debían ser moldeados conjuntamente siguiendo el diseño, el plan o la forma global del mundo moderno. Se pensaba que la fotografía podía servir como laboratorio de reconstrucción social. por describirlo de un modo simple, se trataba del último sueño de la ilustración respecto a las artes visuales; el último estadio de lo que habían intentado ser el Marat de David, el Entierro de Courbet, el Desayuno de Manet, los Bañistas de Seurat, las Señoritas de Picasso o los prounen de Lissitsky. En otras palabras, fue la última vez en mucho tiempo en que el arte se atrevió a dar su opinión respecto al futuro, la última vez antes de que retrocediera para buscar su voz propia en la objetividad y en la crítica.”
Ahora bien, la fotografía como un acto político puede ser utilizada como propaganda (el ejercicio del poder), como protesta (la lucha contra el poder establecido), como postura de un artista (quien ejerce su ciudadanía a través de su obra) e incluso como mercadotecnia (para llamar la atención del consumidor).
En lo que respecta a la propaganda, basta con ver cualquier campaña de marketing gubernamental sobre salud, en donde se exhibe a médicos sonrientes en espacios limpios y bien equipados para atender a la ciudadanía. Lugares que no se parecen a las instituciones públicas de salud en donde el servicio es lento, la atención de mala calidad y sin abasto de medicamentos. Como protesta, la fotografía tradicionalmente ha sido utilizada en el periodismo, en la fotografía documental, las ciencias sociales y el arte contemporáneo para denunciar y dar testimonio de las desigualdades sociales.
En la creación artística, definir una postura es por sí mismo un acto político, porque el autor/ciudadano, se compromete no solamente con su trabajo sino con una estructura de pensamiento que tiene como propósito ser exhibida, publicada o mostrada al público.
Para fines ilustrativos se presenta como colofón un ejemplo de cómo la fotografía de un acto político se retoma por el arte y la mercadotecnia: la imagen del beso entre los líderes comunistas Erich Honecker de Alemania Oriental y Leonidas Brezhnev de la URSS, de 1979 (que representaba una muestra de solidaridad comunista), convertida en el mural Mein Gott hilf mir, diese tödliche Liebe zu überleben (Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal) del artista ruso Dmitri Vrúbel pintado sobre los restos del Muro de Berlín, en 1990 (que se puede entender como protesta a esa fatal solidaridad y que pone en evidencia la postura del autor), que terminó inspirando la campaña publicitaria Unhate de la marca Benetton, en el 2011 (que en México motivo una parodia).


«East-Side-Gallery», gelegen zwischen der Jannowitzbrücke und der Oberbaumbrücke.
Reste der Berliner Mauer, die nach der Öffnung von vorwiegend ostdeutschen Künstlern auf der Ost-Seite bemalt wurden.


Por útlimo, retomando a Rancière, la fotografía como un acto político da voz y visibiliza, a través de las propias reglas estéticas del medio, el mundo sensible de lo anónimo y, al mismo tiempo, hace emerger el mundo propio de los nosotros políticos (autores/ciudadanos/individuos).