La Bienal de la ruptura

Casi todos los que hoy somos mayores de edad y practicamos, investigamos o estudiamos la fotografía tenemos la fortuna de vivir un cambio de siglo. Espacio temporal donde el hombre tiene la costumbre de realizar profundos cambios tecnológicos, sociales, políticos etc. Todos los ámbitos son trastocados por este cambio temporal.

Y aunque ya han pasado unos 17 años desde que comenzó el apabullante siglo XXI, recién estamos sintiendo sus verdaderas intenciones. En la década de los noventas todo giró en torno al posible caos que traería consigo el nuevo siglo. El arte se vio arropado con propuestas proféticas sobre posibles finales del mundo y otros desastres provocados por un desarrollo hiperbólico de la tecnología, en especial la relacionada con la imagen y la información.

La fotografía ha sido testigo de esas profecías y las ha sufrido de forma muy intensa. Se ha declarado su muerte ya una docena de veces por estudiosos y fotógrafos. El último, quizá uno de los más emblemáticos autores de finales del siglo XX, Sebastiao Salgado, declaraba semanas atrás la más tajante de ellas ““La fotografía está en proceso de extinción y le quedan entre 20 y 30 años de vida”.  Tal como como pasó en el paso del siglo XIX al siglo XX donde la straight photography aparecía de la mano Stieglitz contrarrestando o «asesinando» al pictorialismo, corriente fotográfica que predominaba por aquellos años, de la que curiosamente también formaba parte Stieglitz, y que terminó por sentar las bases de casi toda la fotografía del siglo XX hasta nuestros días.

Acercándonos un poco más a nuestro contexto inmediato, estos días luego de inaugurada la XVII Bienal de Fotografía del Centro de la Imagen ha explotado en los medios y en las redes una discusión sobre la fotografía contemporánea en México, que quizá sirva de mesa de laboratorio para entender ese cambio de siglo, esa ruptura de paradigmas, ese enfrentamiento entre filosofías de la fotografía.

Aclaro que no me interesa en este artículo hacer gala de conocimientos académicos y mucho menos realizar un manifiesto sobre lo que es o debe ser la fotografía hoy día, pero si un espacio de reflexión sobre este momento de transformación, que algunos atribuyen a una muerte lenta, otros a un desliz histórico provocado por una serie de filósofos y curadores y unos últimos lo ven como la vuelta de página de la historia de la fotografía.

En el catálogo de la XVII  Bienal de Fotografía Hou Hanru, dice “ Partimos del punto de que la fotografía, así como los demás medios del arte –La pintura, la escultura o el video incluso- requieren una redefinición de sus fronteras. Y principalmente, queremos enfatizar que la intención, el resultado de todo esto, es que la expresión vaya más allá del medio, cualquiera que éste sea.”

Por su parte Juan Antonio Navarrete le da el viso histórico al decir: “A mi me parece que hay una incomodidad histórica en la relación de la fotografía, tanto en el campo del arte como con las nociones de la representación de la realidad”

Amanda de la Garza e Irving Domínguez jurados y curadores de la Bienal comentan en el texto de sala que “hace tiempo que la fotografía en México ya no se piensa en términos estrictamente bidimensionales, hay una búsqueda por experimentar con otros lenguajes y dispositivos. Asistimos a un momento en el que la fotografía se ha desbordado, resulta entonces necesario generar herramientas para repensar sus múltiples desplazamientos. “

Los involucrados en la Bienal definitivamente apuntan al cuestionamiento del medio principalmente, y lo saben, son conscientes en sus textos y palabras que la ruptura se ha hecho presente en esta edición del certamen. Aunque si profundizamos un poco en la historia de esta Bienal, esa ruptura seguramente venía siendo anunciada desde pasadas ediciones. En lo personal, recuerdo la obra de Fernando Montiel Klint en el 2014 como preludio de lo que hoy vemos en la edición 2016.

Todavía no se había pasado el sabor a triunfo de la exposición inaugural cuando una parte importante de la comunidad fotográfica comienza a expresar su voz contraria a todas estas opiniones y certezas de los involucrados en la Bienal

En las redes se podía leer a muchos fotógrafos anónimos, por así decirlo, que opinaban sobre la obra ganadora del bienal  Every night temo ser la diner de Sofía Ayarzagoitia:

“Habrá que ver el contexto del concurso. Quizá, con los parámetros que pidieron los jueces como: toma la foto más pinche que puedas sean válidos.”

“coño, se trata de la Bienal de Fotografía, no son las fotos del amante en turno, ahora sí, prefiero llorar”

“¡Qué mal gusto! ¿Cómo se le puede llamar a esto? ¿Fotografía (muy) Pop? ? Vergonzoso.”

“Se ve la fotógrafa en la tele… Es tan mala esta foto que incluso la borraría del archivo de fotos personales, si fuera el caso”

“Yo tengo una foto igual, de cuando estaba en un festival de música en Canadá bajo la influencia de alucinógenos. También es arte?”

Luego se alzó una voz mediática, la de Ulises Castellanos, profesor de la Universidad Panamericana con larga experiencia en la fotografía, columnista del diario El Universal. Quién hace una crítica extendida no sólo a los participantes de la Bienal, autores, jurados y curadores, sino a la institución misma y su actual directora Itala Schmelz, como responsable de la “desastrosa” organización de este certamen.

“Acabo de visitar la peor exhibición de imágenes que jamás haya visto”…  Y refiriéndose a la obra ganadora, Castellanos apunta “..es el puro sinsentido, mal tomadas, mal editadas y que no transmiten nada”

Sobre otros autores dice “Busco el segundo lugar y me encuentro con las peores fotografías impresas que he visto en décadas”

A todo esto, Ulises en su comentarios no está sólo, algunos fotógrafos comentaron en la web del periódico y en su Facebook:

“Wow que bueno que no estamos solos! Gracias Ulises que pudiste expresar en un medio masivo está frustración que entre grupos de fotógrafos hemos comentado en otros foros! Está «bienal» ha sido un fraude y una vergüenza a la fotografía en México.”

“Pues para mí la Bienal es una fraude y una porquería y más la gente que lo organiza, gana la gente más inexperta y fotos más absurdas!”

Para todos esos comentarios ha habido respuestas, unas más interesantes que otras, se han incorporado a la discusión personajes importantes que espero concluya en sustanciosos encuentros y conversaciones en torno a la Bienal en el Centro de la imagen u otro espacio. Pero, repito, traigo a esta mesa de laboratorio de la fotografía en México, estás frases e ideas expresadas un poco para diseccionarlas, porque requieren un estudio más allá de los dimes y diretes para entender o sacar una pista del momento de la fotografía.

Y de una primera inspección se me ocurren tres reflexiones: la primera es que este desencuentro dentro de los fotógrafos no es exclusivo de México, es una discusión que se está dando en otros países y culturas. Segundo, que evidentemente estamos presenciando una ruptura de lo que conocemos como fotografía, influenciada indiscutiblemente con el cambio de siglo y de paradigmas que superan lo fotográfico como la conectividad, la información, la accesibilidad, el intercambio y un largo etcétera. Todo, producto de cambios tecnológicos y sociales, por lo tanto la fotografía no puede escapar a ello y es atropellada ineludiblemente por ese cambio, que también es el del lenguaje de la imágenes.

Y el tercero, que me parece la evidencia más clara, es que la discusión se está desarrollando en el terreno de la formalidad medial. Tanto la curaduría, en sus textos ya presuponían un enfrentamiento por la ruptura de las formalidades de la fotografía, y los reclamos de la comunidad de fotógrafos han estado en el mismo orden de ideas. Estamos hablando de soportes, de calidades y de valores meramente técnicos y propios o no de la fotografía…luz, composición, estética  etc.

Poco se ha dicho sobre los temas tratados en la Bienal. La insistencia necesaria de los Desaparecidos o la Memoria, la Frontera, la transculturización, la violencia o la problematización del medio. Una amplia gama de temas que nos podrían llevar, no semanas, sino meses discutiendo, estudiando y sensibilizando en nuestras redes y espacios de discusión.

Quizá las ideas, el tema y como éste cobra significados con las distintas representaciones de la imagen, sea el territorio donde debamos discutir la fotografía contemporánea, pues el territorio de lo formal está allá, en el siglo XX, cuando se requería talento para hacer una foto con buena composición, luz y muy bien impresa.

Es en ese territorio sobre los temas tratados que preocupan y ocupan a los autores donde la fotografía puede conseguir refugio y redimensionarse, pues sus eternos encuentros y desencuentros con las artes y la tecnología, cuando argumenta la dictadura de sus formalidades las ha perdido todas y ha logrado solo ganar prestigio en un gueto de maravillosos instrumentistas.

En definitiva, este enfrentamiento de ideas es la prueba más fehaciente que estamos presenciando una de las grietas más profundas de la ruptura, que estamos en pleno sismo, cuyos resultados o conclusiones están por verse.

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Para ver el catálogo de la Bienal entra AQUI

Para leer el artículo de Ulises Castellanos en el Diario El Universal AQUI