El Tango de los espacios de arte “independientes” en México
A propósito de una iniciativa del espacio de arte contemporáneo de la ciudad de Monterrey, No automático, se reunieron en la capital de Nuevo León un grupo de artistas y gestores culturales que han ejecutado o ejecutan hoy día alguna actividad referente a la investigación, exhibición y difusión del arte en México fuera del marco institucional.
Por supuesto que la oportunidad salta sobre sí misma para hacer una panorámica de qué mueve y cómo se ven a sí mismo estos espacios en el siglo XXI. Algunos de las organizaciones presentes y de los que recogimos testimonio han hecho vida desde hace algunos años con actividades muy relevantes y otras ya dejaron de actuar, pero sus voces son importantes para establecer experiencias. Los espacios participantes fueron: Lateral de Guadalajara; Temístocles 44, Trolebus y Bikini Wax EPS de CDMX, El taller 3120 y Espacio en Blanco de Monterrey; Museo de Arte Contemporáneo Ecatepec del Estado de México; Error de puebla y Deslave de Tijuana.
Me parece que sus propias palabras y cuestionamientos ya pueden crearnos esa cartografía y establecer distancias y cercanías entre las diferentes prácticas, de ahí que este ejercicio conceptual que les presento sirva gráficamente como una radiografía, más emocional que científica, más en términos humanos que en términos teóricos, puesto que a estos espacios, por lo menos los presentes, los movió más un impulso que la estructuración de un proyecto cultural. De ahí el campo sensible donde nacen y se mueven estos espacios.
También hay que acentuar, en detrimento de este ejercicio, que los espacios invitados no parecen cubrir un amplio espectro de posibilidades en la actividad del arte no institucional. Faltaron a esta reunión referencias de Oaxaca, Veracruz o Chiapas, polos de acción artística importantes, así como espacios diferenciados con algunos valores divergentes. Lo que le resta certeza para atender la complejidad de este tema con el presente mapa, pero que lo ubica como una referencia abierta, alimentable con muchas otras experiencias que pudieran venir.
Creo que tampoco puede pasar desapercibido la ironía de que el encuentro de espacios de arte en México titulado Divergencias se haya realizado en el auditorio de un museo oficial de la ciudad.
MAPA

¿BAILAMOS?
El mapa, por supuesto, es amplio y da para muchas lecturas. Y mi interés es que el propio lector sugiera su propia interpretación de este trazado cartográfico. Pero quiero en esta primera instancia remitir a un primer ejercicio reduccionista:
Espacios de arte = espacios de exhibición.
En esta lectura crítica del mapa, pareciera que lo que moviera a los espacios en la actualidad es atender el secular y precario espacio de exhibición para los artistas, que no parece reducirse con el tiempo puesto que es un déficit que viene desde que el arte es arte, sino aumentando, dado a que las instituciones parecen ser cada vez más ineficaces y escasos en referencia al aumento de una producción artística que desborda las capacidades locales, nacionales e internacionales. Esto es supremamente relevante, ha sido registrado en la historia de estos espacios, porque son territorios de riesgos artísticos que no suceden en otras áreas, pero reducirse únicamente a lugares de exhibición ubica a una parte de los espacios de arte en el friendzone de los artistas o en el “peor es nada” que argumentan los artistas rechazados crónicamente de las listas institucionales o los artistas jóvenes que, en muchos casos por obligación académica, deben hacer una exposición.
Esta urgencia parece limitar la acción en otros nichos de intervención, como lo son las investigaciones, los registros visuales, sonoros o escritos, el archivo, la crítica, la formación, la virtualidad, los enlaces comunitarios, nacionales e internacionales. Donde se puedan establecer áreas de resistencia y acción, no solo desde la producción artística, sino desde las ideas políticas, experiencias sociales, culturales y económicas, en un estado abierto, híbrido y mutante.
Que no es que no sucedan, este encuentro en Monterrey organizado por No Automático es un ejemplo de que sí suceden, y hay otros ejemplos que se mencionaron en este encuentro, pero que no guían como objetivo primario las intenciones de quienes gestionan los espacios de arte no institucionales en México, según los resultados a la vista. Y estos nichos son tan relevantes para el arte como la producción artística misma.
Otro punto es que parece que este mapa nos remite a que el concepto de independencia se ubica en la capacidad como espacio de arte de exhibir y mostrar lo que se quiere y decidir a contracorriente del mercado del arte y el arte institucionalizado. Es decir, reaccionario pero al mismo tiempo, anacrónico. Como respuesta a algo, pero cuyos objetivos no parecieran crear o abrir rutas de producción en investigación del arte particulares a sus propios contextos necesidades e ideas, sino siempre como respuesta a… Es decir, una tóxica secuencia de causa y efecto que lejos de crear y aproximar nuevas audiencias, replica las prácticas institucionales que tanto se critica y se limita a un grupo reducido, cercano en ideologías.
De ahí que la independencia pueda quedar en entredicho, no solo porque se acepten becas o financiamiento familiar, como lo dijeron algunos de los gestores en este encuentro, sino porque los espacios de arte parecen ser la pareja dominada en el escenario del Tango institucional, que sigue los pasos del bailarín dominante que es el que crea y dirige el baile, solo para responderle o replicarle, como un balance perfecto para que el Tango fluya y sobreviva en el tiempo. En otras palabras, el concepto de espacios independientes de arte, sería una pieza dentro del engranaje del sistema hegemónico.
Otro ejemplo de esto, y que se reveló en la junta, es el símil: espacios independientes como espacios vulnerables. Sé que suena muy lindo, pero este símil revela una posición de víctima. Y para que haya víctima se requiere un victimario. Por lo tanto los espacios son consecuencia y reacción a un poder institucionalizado, como ha sido desde el temprano siglo XX en México o dicho de otra manera, dependientes de quien les haga daño.
Entonces, habría que repensar la idea de espacio de arte y de ejercer la producción, la investigación artística, no como un aparato centrado solamente en la exhibición y reacción al poder institucional cultural (que se revela en esa necesidad de adjetivarlos), pues esta asistencia deviene en estado homogenizado de las prácticas de gestión (como se ve en el mapa). Habría que abrir el campo de reacción a otros estamentos sociales y culturales, o crear acción que detone nuevas rutas y que su relación con la institucionalidad sea otra más que reaccionar, quizás pensar en su penetración para hackearla y modificarla o pensar otros modelos de gestión. Entendiendo a la institución como un actor fundamental en nuestro tejido cultural, cuyos recursos administrados también nos pertenecen.
Un ejemplo para una redimensión de la acción y gestión lo puso sobre la mesa de discusión Andrew Roberts del espacio Deslave de Tijuana. Cuando presenta la idea de Centralización. Sí esta responde solo al hecho geográfico sociopolítico, se bailará el tango de las instituciones. Pero si se accionan otros centros, o se reacciona a otros centros que se ubican en las ideas, en experiencias sociales, o se problematiza el Centro desde los propios espacios de arte, se abre un campo expandido de posibilidades de accionar y las posibilidades de desarmar la dinámica tanguera y que puede permear en nuestra prácticas personales y sociales.