Post-Fernando Carrizales
Fernando Carrizales (1948-2017), autor, investigador y maestro venezolano. Posiblemente haya sido el productor más activo, sino el único, de la post-fotografía en Venezuela. Apostaba a esa idea expandida de la fotografía donde no es un requisito pulsar un click, donde el autor es un creador comprometido con su idea, con su vida. Un detonador de sentidos cuyo fin no es la materialidad sino la experiencia, la reflexión.
Fernando se ha ido dejando la memoria RAM de nuestras ideas compartidas en pleno funcionamiento, en etapa de desarrollo.

Desde enero de 2016 comenzamos una dialéctica sobre una posible charla-presentación en la cuarta edición del Festival MéridaFoto. Habíamos trabajado en conjunto la Residencia de artistas de Chuao, idea que crecía y crecía y mutaba y mutaba. Y le había contagiado la idea de los pensamientos de Claudio Perna, bueno, más que la idea, pues el lo tenía muy presente y habían coincidido en un tiempo, le contagié el entusiasmo por recuperar sus ideas y prácticas. Algo que lo animó profundamente y fue organizando un grupo de colaboradoras para realizar una presentación durante el festival de ese año. Sin embargo, los días en Venezuela se volvían turbios y económicamente imposibles. Unas semanas antes de las fechas del Festival me habló con urgencia para decirme que no iba poder asistir, que por las condiciones del país, y en acuerdo con sus colaboradores habían preferido no ir. Le insistí, le hablé de lo importante de esta oportunidad en cuanto a la discusión sobre lo fotográfico y sobre la imagen en estos tiempos y que aplazarlo podría resultar atemporal. Otra vez, se recargó de entusiasmo y me aseguró seriamente que iba ir y que contara con todo su apoyo.

Minutos antes de su presentación, que abría la edición del festival, le temblaban las manos, la voz, se me acercaba y todavía preguntaba si valía la pena aquella aventura. A sus 68 años, la duda y el entusiasmo lo presionaba, y es que pese a su extensa experiencia en escenarios nacionales e internacionales, como autor, como profesor o conferencista, se sabía nervioso porque estaba a las puertas de una de las obras más icónicas que yo haya presenciado en festival alguno, y por supuesto, un parteaguas en la historia de MéridaFoto. Un obra sin título, de técnica imprecisa y alcances contradictorios y confusos. Fernando nos regaló un performance que fue de lo individual a lo colectivo, juntando la mayor cantidad de elementos simbólicos para construir una imagen a partir de los sentidos, la tecnología, la memoria y las relaciones humanas. Comenzó con un vestuario preciso, un punctum Barthesiano en los recuerdos de muchos de lo que estaban ese día, repartiendo conchas de cacao, sensibilizando el olfato de todos para sacarnos del auditorio, luego en esa atmósfera de cacao, palmeras y sol, sacudió nuestra memoria con las frases y pensamientos de Claudio Perna, «Ver escuchando», desde la lectura y desde la voz inter comunicada de Flérida Alcalá, viuda de Claudio. Se acercó y nos acercó al contacto humano, al encuentro, al diálogo, a la reflexión, y todo eso era registrado por docenas de cámaras fotográficas y cámaras de celulares, subidas a las redes para que trascendiera el espacio. Fernando estaba nervioso porque sabía que este pieza cobraría significado en el tiempo, que iba ser incomprendida ahí, pero que su período vital resultaría con los años en todos aquellos que presenciamos esa puesta en escena en Meridafoto 2016.

Años atrás lo había conocido, o reconocido dentro del público que asistió al Primer MéridaFoto en 2013, andaba por allí rodeado de gente muy joven, experimentando con una incipiente go pro, recorriendo exposiciones, capturando emociones que se producían durante el encuentro. Así de incógnito, así de simple, así sin protagonismos vacuos.
Fernando era un provocador, un militante del pensamiento crítico en un país que no tolera la crítica. En los últimos años desarrolló sus obras, ideas, procesos, acercamientos, experimentaciones y contactos humanos con un carácter efímero, alejado del ruido y lo más cercano al paraíso, algo que en nuestro medio, obcecado con la materialidad y la vanidad, tampoco tolera.
