Sobre el fotolibro en Latinoamérica a propósito de CMYK
Sobre el fotolibro en Latinoamérica a propósito del encuentro de fotolibros en CMYK que organizó el Centro de fotografía de Montevideo.
Es imperioso comenzar este texto agradeciendo profundamente a una institución como el CDF de Montevideo que ha planeado, ya desde muchos años, un evento que intenta reunir las cabezas visibles de la fotografía latinoamericana en varios ámbitos, pero específicamente el tema fotolibros, además, no solo como gestor de reflexiones sino como productor y distribuidor de cultura relacionada con la imagen.
Dicho esto quisiera comentar algunas impresiones y reflexiones que me quedan luego de ver y escuchar las 3 jornadas y a todos los ponentes y participantes del encuentro CMYK de 2017 que se realizó apenas unas horas atrás.
- Definitivamente, desde la formalidad, pesa sobre la fotografía una maldición que parece incurable e in exorcizable. Que es su incapacidad de interrelacionarse con el afuera en doble vía. No solo con los otras artes sino con todos los ámbitos de la sociedad, como la economía, la política o la cultura. Desde que se presentó su invento en el temprano siglo XIX, pasando por la dictadura del siglo XX hasta las imprecisiones del siglo XXI la fotografía pareciera que no ha hecho otra cosa que mirarse a si misma y mirar y relacionarse con el mundo desde su isla en una sola vía, y ha pretendido obligar a ese mismo mundo a que la entienda, a que la acepte, pero sin interrelacionarse, sin dejar atrás filosofías endogámicas que gobiernan una tierra imaginaria llamada Photographyland (Término usado por unos de los participantes al evento) Cada vez que algún artista de otra disciplina ha usado la fotografía se le ve como un extranjero, un usurpador de funciones.
- Y comienzo con esta especulación, porque en el encuentro CMYK de este año han invitado a las principales cabezas visibles de Photographyland que practican la producción, la educación, investigación y distribución de fotolibros, y se han largado enriquecedoras charlas y diálogos sobre el tema del fotolibro, su distribución y circulación. Y lo que hemos escuchado son una serie de lamentos en cadencia sobre la realidad de todo el proceso de un fotolibro y la falta de certeza sobre cómo hacer de eso algo rentable, cómo llevarlo a otras geografías o que mínimamente circule en la ciudad entre fotógrafos. Tantos eran los lamentos, que en algún momento Julieta Escardó de Turma de Argentina reclamaba alegría, que había que cargar de alegría y entusiasmo aquellas ideas. Totalmente de acuerdo.
- De esas charlas, han salido propuestas concretas y quizá realizables, y digo quizá porque depende de voluntades personales que se mantengan en el tiempo. Una página web, juntar a los 4 o 6 instituciones u organizaciones ahí presentes para crear un red de impresiones y distribución de libros y luego una serie, más que acciones, de principios y de ideas sobre qué hacer.
- El punto acá, según lo que percibí como espectador a la distancia, es que volvimos a ver una nueva representación de la endogamia fotográfica y su pensamiento isleño. A ver, siento a veces que nuestro mundo fotográfico es como la persona que sufre horriblemente una depresión y piensa que a él o ella es la única persona en el mundo que le pasan esas cosas, y eso lo hace sentir terrible el ser más despreciado del planeta. Pues, Bueno, así nos pasa en la fotografía.
- El primer tema es que la fotografía ha tomado por asalto en las últimos años, en realidad décadas, a los libros. Si, los libros. No fotolibros. Los libros simplemente. Entonces, metemos a la fotografía en un ámbito formal que lleva siglos, que posee una estructura de producción, distribución y circulación propia que ha forjado durante esas centurias a punta de errores, tropiezos, guerras, debacles económicas y distorsiones políticas. Y de pronto la fotografía, en un claro ejercicio endogámico, quiere enfrentarse al sistema económico del libro, inventando el agua tibia. Pretendiendo poseer las mismas cualidades de un sistema robusto ya cuantificado y estructurado al detalle. Por ahí alguien diría “es que los fotolibros no son libros”. OK. Se ve como libro, usa materiales de un libro, huele a libro, se siente como libro, narra como un libro, pretende venderse como libro, quiere estar donde se venden los libros, pero no es un libro. Es un fotolibro. Ok.
- Que quiero decir con esto. Que la estructura y la posibilidad que nuestros fotolibros sean o no vendidos, tengan o no circulación ya está establecida. Hay pautas, estudios, estadísticas, mercados y puntos de venta definidos . El punto es, si eso lo queremos a no. Como bien preguntaba Claudí Carrera. ¿Queremos entrar a los mercados a no? Porque para entrar a los mercados también existen rutas claras y acciones concretas que llevan décadas aplicándose. Por supuesto, que son caminos costosos, que requieren una alta inversión de tiempo y dinero. Por eso es tan importante la pregunta. ¿Queremos entrar a los mercados ?
- Ahora bien. Los mercados están ahí. Y salta la otra pregunta, también establecida por Claudí en su charla, ¿Existe un mercado para los fotolibros que hacemos?. Porque hacemos los libros que nos da la gana, de los temas que nos da la gana, editados como nos da la gana y queremos venderlos en los mercados que nos da la gana. ¿En serio?.
- Queda claro para mi que el nicho de los fotolibros, tal como los realizamos y los planteamos hoy día, pertenecen a un mundo más pequeño, su nicho o su target es muy reducido, y eso no debe ser un lamento, es nuestra realidad, nuestra maravillosa realidad, y cuando algún fotolibro sobresalta ese pequeño nicho, pues que chévere, celebremos todos. Entonces, creo que las propuestas deben ir en función de ese pequeño nicho e irlo ampliando y amplificando en función de nuestras intenciones con el fotolibro. Y planteo la difícil pregunta ¿Realizamos fotolibros como una forma de vender y hacernos el dinero y que nuestras imágenes recorran el mundo? O ¿Realizamos fotolibros como herramientas para desarrollar temas críticos, sensibles y como medio de reflexión con el público?
- Si la respuesta a la primera pregunta es si. Pues, muy sencillo. Busquemos de aliados a marketeros, administradores y economistas que nos guíen en la realización de un plan financiero. Si la respuesta a la segunda pregunta es positiva. Enfoquémonos en la producción de ideas y temas relevantes para nuestro tiempo que busquen reflexionar y crear pautas para interactuar con públicos fotográficos o no. Esos temas son los que históricamente han entrelazado a la fotografía con el mundo exterior, esas ideas son los salvoconductos que permiten a la fotografía salirse de su isla. Apostemos a la educación de autores, como el Proyecto Incubadora de Hydra en México y Turma en Argentina. Pero también apostemos a la sustentabilidad por otros medios. Entender al fotolibro no como un fin, sino como una herramienta para difundir ideas. Horacio Fernández habló de las bibliotecas como un espacio temporal que le da relevancia a los fotolibros.
- En este punto, insisto en la endogamia fotográfica. ¿Acaso a otras disciplinas del arte o la ciencia no les pasa lo mismo?. Otra vez creemos que solo a la fotografía le pasa esto de crear, formar y mantener un público alternativo. ¿Nos hemos paseado por el mundo de la música?. No lleva la música décadas enteras viviendo un proceso de debacle de las disqueras tradicionales y convirtiéndose los artistas en sus propios productores y distribuidores de su música, al borde de un mercado cada vez más avasallante. Una banda nueva con una propuesta interesante, le corresponde ir tocando por bares y pequeños teatros, y a la salida ponerse los músicos o amigos a vender los discos que ellos mismos han realizado con sus ahorros o con el apoyo de amigos. Eso sucede en México, Dublín, Barcelona, Caracas o Berlín, etc. A los grupos de teatro independiente, a los ecologistas, a Chef´s, a los escritores, a los antropólogos, a los arquitectos con proyectos sustentables y sociales y un largo etcétera también les pasa. Entonces, creo que el ejercicio comienza por mirar fuera de nuestra isla y estudiar e investigar esos procesos que llevan muchos años y ver que podemos rescatar de ellos y que podemos aportar nosotros. En el fondo pareciera que queremos hacer libros como Leonard Cohen y venderlos como Katy Perry. Esto es, cuando menos incongruente.
- Si a todo esto le añadimos los desplazamientos de los ejes de poder cultural que se están gestando en esta época, gracias a la amplia distribución de la información y la diversificación de espacios de difusión, creo que es el momento oportuno para apostar a nuevas formas de producción y circulación acorde a nuestra economía vernácula. Cuando Cristina de Middle hablaba de sus experimentaciones con la web y los fanzines, para mi es una muestra inequívoca, de que alguien como ella, que ha estado en la cresta de la ola de los fotolibros, que ha vendido, ve en el fotolibro apenas una herramienta (una tarjeta de presentación) y que esta herramienta puede ser mezclada con fanzines, proyectos web, etc. pero que las ideas, los temas que a ella le interesan son prioridad.
- En 2016 en EspacioGAF realizamos nuestro primer Proyecto de fotolibro y nos enfrentamos a los mismos problemas planteados : Financiación, producción y circulación. Para ello estuvimos investigando otros procesos, como el de la música y los músicos por ejemplo. Entonces resolvimos realizar un Proyecto cuyo eje principal fuera el tema “La arquitectura moderna latinoamericana”. no el fotolibro. ¿Qué quiero decir con esto?, que el detonante era el tema y no la producción del fotolibro, este apenas sería una herramienta, una excusa y debía formar parte del tema. Es así como planteamos que el desarrollo del tema fuera colectivo e internacional y que cada autor aportara una cantidad de dinero además de sus fotografías. Con el aporte económico realizamos el libro, cuyo proceso no es el punto acá. Pero ese aporte económico significó al mismo tiempo resolver la financiación y la circulación del libro. Porque la edición del libro se dividió entre todos los autores, apenas dejando unos ejemplares extras para enviarlo a festivales, bibliotecas o personalidades. Y cada autor podía vender o regular sus libros en su propia ciudad. Esto quiere decir, que el fotolibro “En Construcción”, hoy día esta presente en varias ciudades de Argentina, Venezuela, México, Colombia, Bolivia, Chile, España, Francia y Alemania. Algunos autores han recuperado la inversión que hicieron con el aporte económico, y todos hoy cuentan con difusión de sus trabajos en muchos países. En fin, un modelo que nació de la necesidad de contar algo y entender el libro como herramienta y no como fin en si mismo, con una realización compleja no exenta de obstáculos, como cualquier otra actividad. Este es un posible modelo para determinado tipo de proyectos. Es decir, pueden elaborarse multiples formas como proyectos y temas hay.
- Conclusión. Creo que un gran primer paso son estos eventos como el CMYK, sin los cuales no podríamos entender nuestra realidad y lo que pensamos quienes vivimos en ella. Pero es preciso abrirse, salir al mundo e investigar, primero las diversas experiencias que suceden dentro del mundo fotográfico, no solo los que pueden o coinciden en el encuentro. Y segundo, estudiar los procesos externos de otras disciplinas con características de desarrollo y estructuras cercanas a la fotografía. Acaso es imposible ver en un encuentro de fotografía a un economista, a un marketero, a el dueño de una imprenta o a un distribuidor