Fotografiar para Instagram

I

“…cuando todo haría esperar que esta actividad sin tradiciones y sin exigencias pudiera abandonarse a la anarquía de la improvisación individual, resulta que nada tiene más reglas y convenciones que la práctica fotográfica y las fotografías de aficionados”

Pierre Bourdieu

El mundo virtual, virtualmente se ha convertido en nuestro mundo. Ahora mi lugar de trabajo es el mismo en el que paso el rato y me divierto. Las redes sociales las utilizamos de manera natural, orgánica. Se habla de que los dispositivos móviles como el celular o la tablet ya son prótesis de los seres humanos y que el hombre contemporáneo es un ser multipantalla, yo mismo en este instante utilizo tres pantallas, la de mi teléfono, la que reproduce videos de internet y la que me sirve para ver lo que escribo.

Aunque esto es algo muy normal en 2016, me sorprendo al recordar que cuando estudié la prepa el mundo era otro. Hace 20 años, cuando salí de la secundaria, en mi casa no teníamos internet ni computadora, los trabajos escolares los entregaba hechos a mano o si era un ensayo final y el maestro muy exigente lo hacía en la máquina de escribir.

De alguna manera se ha democratizado el acceso a libros, películas, música y fotografías. Antes si necesitaba conseguir un libro tenía que ir a la biblioteca o a la librería y si no lo encontraba tenía que encargarlo y estar dando vueltas para ver si ya había llegado. Las películas, cuando llegaban a la ciudad, venían al menos con 6 meses de retraso. Con la música era igual, ir a la tienda de discos o al puesto pirata, aunque un lugar en donde te rentaban los discos como las películas en Blockbuster.

En el caso de las fotografías, que es el tema que más me interesa, me sorprende el salto que han dado de lo privado a lo público y la dimensión de su consumo. En esos años en los que no teníamos acceso a nada más allá de nuestra casa o ciudad, las fotografías que tomábamos no eran para mostrarse sino para guardarse. Nos interesaban como parte del pasado y no del presente.

Cuando ingresé a la prepa, me fui a estudiar y a vivir a otra ciudad. Un lugar a cuatro horas en autobús en donde no conocía a nadie. Con la madurez que te da cumplir 15 años dejé la casa de mis papás, pero no su recuerdo, su memoria. Lo primero que hice antes de irme fue hacer un álbum fotográfico para llevármelo. Revisé todas las fotos familiares que estaban en otros álbumes o en cajas de zapatos y me fui robando las fotografías que a mi parecer contaban mi historia personal, que contaban mi pasado y que, como consecuencia, definían mi presente.

Hablo de esto porque fue la primera vez que utilicé la fotografía para contar una historia, mi propia historia. Una historia construida a partir de las fotografías de otras personas, una historia que representaba al niño y al joven que yo quería ser, una historia privada que solamente le mostraba a gente de mucha confianza.

Ver y volver a ver ese álbum que aún conservo, me hace reflexionar sobre la manera en que se utiliza actualmente a la fotografía, particularmente a través de una plataforma como Instagram. Una red social en la que no importa el pasado sino el presente. Un sitio virtual en donde nos construimos para que de inmediato nos mostremos al público. Ahora sólo pensamos en fotografiar para Instagram.

II

Me encontré a X (no importa el nombre) y me saludó muy amable, hasta me felicitó por mi reciente viaje a Europa. Hipócrita, pensé, ni un solo like me dado en el Instagram, y yo que le comentaba cosas de vez en cuando. Lo voy a dejar de seguir.

Conversaciones recientes de café.

Quería comenzar la segunda parte de este artículo citando a Baudelaire, cuando en 1859, a propósito de los retratos “miniatura elegante” (que circulaban entre los miembros de los estratos sociales acomodados), señalaba algo así como: una sociedad nauseabunda se ha lanzado, como Narciso, a contemplar su trivial imagen sobre metal. Pero no. No era suficiente.

Después intenté comenzar escribiendo a partir de los datos estadísticos, que siempre están a la orden y en el caso de instagram pueden variar en un mismo día. Hoy en día instagram cuenta con más de 400 millones de usuarios en el mundo, se suben alrededor de 80 millones de fotografía al día y presenta un crecimiento que ha repuntado en los últimos nueve meses como ninguna otra red social. En México se calcula que hay entre 10 y 12 millones de usuarios.

También revisé la cuestión de las listas. Interminables listados desde las perspectivas más diversas, viajes, comida, artistas a seguir, música, nacionalidad, etcétera. Pero casi siempre con el parámetro de tener más seguidores. Más es mejor.

El lunes pasado, la lista de las 10 cuentas con mayores seguidores en todo el mundo se encontraba encabezada por Selena Gómez, con 84.5 millones de seguidores; seguida de Taylor Swift, Kim Kardashian, y otras “celebridades”; incluido el futbolista Cristiano Ronaldo, quien agradeciendo con una publicación por haber llegado a los 50 millones de seguidores, llegó en un par de días a los 62.8 millones de seguidores. Modificando la lista de inmediato.

La lista mexicana no tiene grandes variaciones diarias y está encabezada, desde hace un par de años, por la youtuber mexicana Yuya. Hoy en la mañana tenía 5.6 millones de seguidores. Encontramos en esa lista al “chicharito” con 3.2 millones de seguidores y otras grandes estrellas como Belinda, Anahí, Thalía, y el Justin Bieber mexicano, Mario Bautista, quien ha logrado llegar a más de 2 millones de seguidores.

Primer fotografía de Plutón
Primer fotografía de Plutón

En este punto, tenía más información de la que podía procesar (sobre todo porque el deadline estaba apunto de alcanzarme). La idea de la fotografía que evolucionó de escritura a lenguaje, que nos explica Fontcuberta; la primer fotografía de Plutón obtenida por la NASA y publicada por primera vez en Instagram, la reunión de Mark Zuckerberg con Selena Gómez después de llegar al top de seguidores, que celebraron con la publicación de una fotografía en Instagram (con 2.6 millones de ❤); el lanzamiento del plan de mejora para la publicidad en Instagram que iniciará en 2017, los múltiples videos de tutoriales para conseguir las mejores fotografías para Instagram, o para aumentar seguidores, o para vender exitosamente mis productos, o para que mi comida sepa mejor con los mejores filtros. Hay que ver el de @connorfranta.

Recordé entonces el proyecto Excellences & Perfections de la artista Amalia Ulman, que a finales del 2014 rompió el Instagram y el internet (por lo menos para el casi 9% de la población que está interesada en el arte), donde sé creó un personaje para ella misma eligiendo el papel de cute girl (chica bonita), el del sugar baby (joven mantenida por su amante) y life goddess (diosa de la vida), hashtags  y personajes con las mayores tendencias entre las mujeres en Instagram.

Ulman construyó toda una historia, se tomo selfies, tomó fotos de su comida, se mostró cercana y familiar. Así lo explica: “es la historia de una provinciana con el sueño de convertirse en modelo que lo consigue gracias al apoyo de un fotógrafo y vive en Los Ángeles. Se queda sin dinero, corta con su novio y, cae así en un pozo obsesivo con el objetivo de convertirse en la mantenida de un papi rico, pero satisfecha porque tiene todo lo que quiere. Después la historia da un giro cuando empieza a tomar drogas y tiene que asistir a rehabilitación, visitando de vez en cuando a su familia”. @amaliaulman

Amalia Ulman
Amalia Ulman

Para muchos es el primer proyecto que reúne todas las tendencias para el éxito en galerías y con el público de éste década: estereotipos de género, performance, fotografía, redes sociales, compromiso del artista. Recientemente formó parte de la exposición Performing for the Camera en el Tate Modern de Londres y The Telegraph publicó un articulo sobre su obra con el título Is this the first Instagram masterpiece?

Termino el artículo revisando solo las imágenes de las cuentas de Instagram que encontré, con tres monitores encendidos. Casi todas son selfies. Reviso mi propia cuenta y no tengo nada que subir. Mi app para repostear no funciona. Decido salir y fotografiar para Instagram.

*Escrito en colaboración junto a Guillermo Serrano