Habla la ciudad… a través de la imagen (A propósito de los 450 años de Caracas)
A propósito de los 450 años de Caracas
Somos el espacio que habitamos y el espacio habita en nosotros como huella indeleble, tatuaje de un tiempo, marca de una circunstancia. La ciudad no es ajena al momento histórico, por el contrario, forma parte de éste como reflejo y espejo de las coyunturas que la atraviesan y transforman.
Este 25 de julio, Caracas cumple 450 años en medio de una de fuerte crisis sociopolítica y económica que se expresa en espacios públicos. La imagen –en sus distintos formatos y estilos- y el arte -como postura y expresión política- abordan los temas actuales y cercanos, haciendo, en ocasiones, apropiación simbólica y resemantización de la ciudad.

“Hablar a través de imágenes” pareciera un contrasentido, una frase ambigua, imprecisa, confusa. Son, precisamente, estas condiciones y contradicciones las que, en nuestro parecer, mejor calzan con una ciudad que alberga disimiles espacios y condiciones, como si en ella cohabitaran varias ciudades que se expresan y son expresión de su tiempo. Calles, esquinas, grafitis, paredes y fachadas constituyen el inventario de una ciudad cuya identidad se diluye en la multiplicidad de identidades y estratos que como sedimentos sociales albergan íconos, símbolos, rostros, lugares, cotidianidades…
Como ejemplo de estas contradicciones tenemos el emblemático caso de “El Helicoide”: un ícono arquitectónico caraqueño proyectado como centro comercial que terminó siendo una cárcel de presos políticos[i]. La estructura, además, evidencia las separaciones y distinciones propias de esta capital.

La ciudad puede ser entendida como el lugar central en el que se gestan y movilizan las transformaciones y procesos de nuestros tiempos, los cuales se documentan a través de la fotografía que -frontalmente y sin disimulo- secciona, encuadra y captura imágenes adheridas a la piel urbana. Caracas, concretamente, ha sido un tema de interés para la fotografía.
Entre la tristemente profética “Caracas sangrante[i]” de Nelson Garrido y “El otro lado de la Torre[ii]” –sobre la llamada Torre de David- de Alejandro Cegarra, hay aproximadamente 17 años de diferencia, sin embargo, ambos trabajos muestran la grandeza empañada, inconclusa y truncada de esta ciudad. Elevaciones arquitectónicas con grietas profundas, búsquedas desafiantes y realidades impactantes. Construcciones monumentales que atrapan miradas, que despiertan curiosidades y, a la vez, muestran una parte silenciosamente ruidosa, tenuemente escandalosa de una ciudad donde lo extraordinario y atípico conviven con lo obvio y habitual.


La fotografía permite recorrer la que ha sido calificada como la ciudad más peligrosa de Latinoamérica, mediante tomas que parecen dialogar con el espectador. En este sentido, violencia, represión, abuso de poder, censura, militarismo, amedrentamiento, lucha, protestas… no son temas ajenos a la ciudad fotografiada. Por el contrario, resultan tópicos recurrentes de los territorios simbólicos en las representaciones sociales de la capital venezolana.




Referentes textuales y códigos escriturales contextualizan y guían la interpretación de la imagen. El fotógrafo marca la ruta por espacios próximos y reconocibles, agregando referentes geográficos que se suman a los elementos del discurso fotográfico en el cual se expresa la ciudad, entendida también como creación colectiva.
Y aunque, frecuentemente, Caracas puede resultar una ciudad intimidante, en oportunidades los ciudadanos se apropian de su espacio e identidad, la hacen suya y se expresan a través de ella, utilizando cualquier superficie para dejar sus mensajes. Así, por ejemplo, el muro calado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) ha servido a los estudiantes para visibilizar palabras claras y demandas precisas: libertad, justicia, respeto. Una simbiosis entre comunicación alternativa y arquitectura reeditada en otros espacios y contextos, tal y como ocurrió recientemente en un edificio de El Paraíso en cuya fachada se podía leer “Maduro Dictador” y “GNB, uds no pasan hambre?”. En ambos casos, la fotografía extiende el alcance de la acción, la propaga y la hace perdurable más allá de sus límites espaciotemporales.



La ironía también se hace dolorosamente presente en dos imágenes que nos confrontan como ciudad, país y sociedad. Un estudiante desnudado, golpeado y expuesto por colectivos armados dentro del recinto de la UCV. El contexto reconocible para muchos caraqueños deja ver al fondo, en una pinta en la pared, una palabra que resuena: Resiste.

La foto del asesinato de David Vallenilla en las inmediaciones de Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda –también conocida como La Carlota- nos muestra al militar que apunta y dispara, el joven que cae, el estandarte castrense en medio de la toma y la ironía de un mensaje que sobresale por encima de su cabeza antes de tocar el suelo: “Queremos paz”

En todo caso, las búsquedas autorales, el documentalismo, la fotografía de calle y el fotoperiodismo abordan a Caracas desde distintas ópticas, ojos prolíferos, miradas omnipresentes que recorren las coyunturas y acontecimientos que nos han tocado vivir, entendiendo la ciudad como entorno de concentración de la actividad humana, sea esta productiva o liberadora, o por el contrario, destructiva y represiva. El devenir de los hechos hablará y la fotografía seguramente estará allí –atenta, presta y oportuna- para capturarlos y hacernos testigos y cohabitantes de una ciudad que lleva 450 años resistiendo distintos embates. Éste no será la excepción.

[i] Intervención sobre el complejo urbanístico de Parque Central (1996). Sobre esta fotografía Gerardo Zavarce señala que: “Caracas sangra y sus heridas están plasmadas en la fotografía Caracas sangrante realizada por el creador Nelson Garrido. En esta imagen Caracas se desangra y con ella todos sus ciudadanos. En Caracas sangrante los ríos rojos inundan todo: las avenidas, los edificios, los parques, las calles. La sangre brota de Caracas como si ésta fuese una representación del cuerpo crucificado de Cristo. Pero en la versión realizada por Garrido no hay redención, no hay cruces, no hay representación humana, sólo heridas y sangre que brota del cuerpo de una ciudad que agoniza. Una ciudad que ya no disimula el horror, sino que se acostumbra a él y lo oculta. Caracas sangrante es una imagen que estremece, no por su naturaleza de ficción, sino que sacude por su veracidad, por su proximidad, por su carácter documental.” Disponible en: http://blog–blug.blogspot.com/2010/09/la-caracas-sangrante-de-nelson-garrido.html
[ii] “La torre de David es un rascacielos ubicado en el centro de Caracas, Venezuela. La estructura is195 metros de altura, consta de dos torres, y contiene 45 pisos. La construcción comenzó en 1990, pero después de una devastadora crisis económica azotó a Venezuela en 1994, la construcción fue abandonada. El edificio estaba 60% completo. 13 años más tarde, en 2007, la construcción comenzó de nuevo. Esta vez sin embargo, no era para su propósito original. En lugar de oficinas, aproximadamente 2.000 familias invadieron el espacio ilegalmente.
Según el último censo realizado por los habitantes, hay alrededor de 1.300 personas que actualmente viven allí. La Torre de David se ha convertido en un símbolo emblemático de la ciudad de Caracas. Representa las esperanzas de que Caracas siga siendo un importante centro económico, y el fracaso de hacerlo.”. El otro lado de la Torre. Disponible en: http://www.alecegarra.com/the-other-side-of-the-tower
[i] “Hubo una época en la que todos se rendían a los pies de ‘El Helicoide’. El poeta Pablo Neruda lo alabó. “Esta es una de las creaciones más exquisitas brotadas de la mente de un arquitecto”, diría luego de una visita a Venezuela. Y hasta Salvador Dalí mostró interés en ofrecer su arte para decorar aquella edificación, que a finales de la década del cincuenta prometía ser el más moderno de los centros comerciales.Sesenta años después, el edificio sigue ahí y aún conserva mucho de lo que llamó la atención en sus inicios: una estructura atrevida y de vanguardia, en forma piramidal, con pisos sucesivos que van disminuyendo en tamaño, simulando un cerro de contornos redondos. Pero hoy, como mucho en Venezuela, su historia es otra. Este “Babel Tropical”, como se le ha llamado, quedó signado por la desgracia y no terminó teniendo el mejor final. El otrora emblema del progreso quedó convertido en una prisión del gobierno y en un centro de torturas, según algunos denuncian. Disponible en: http://www.univision.com/noticias/citylab-arquitectura/como-un-icono-arquitectonico-venezolano-termino-siendo-una-carcel-de-presos-politicos