Yo espectador

“Reconozcámoslo, el inconsciente, antes de ser imaginario o simbólico, teatro o máquina, es un agente provocador cuyo efecto principal es un proceso de personalización sin fin…”

Gilles Lipovetsky

En México terminamos el 2016 debatiendo sobre fotografía y la diferencia entre imagen, fotografía e instalación. Limitando un poco lo que el espectador debía o podía opinar respeto a la fotografía producida en el siglo XXI. Dejándonos, a quienes contemplábamos dicho debate, ante la paradoja del espectador, citando a Jacques Rancière:

Esta paradoja es de formulación muy simple: no hay teatro sin espectador (por más que se trate de un espectador único y oculto, como en la representación ficcional de El hijo natural, que da lugar a las Conversaciones de Diderot). Por lo demás dicen los pensadores, ser espectador es un mal, y ello por dos razones. En primer lugar, mirar es lo contrario de conocer. El espectador permanece ante una apariencia o la realidad que ella recubre. En segundo lugar, es lo contrario de actuar. La espectadora permanece inmóvil en su sitio, pasiva. Ser espectador es estar separado al mismo tiempo de la capacidad de conocer y del poder de actuar.

Como espectadora de la fotografía (de las artes visuales, de la imagen, del video, del arte en general), en un primer momento, me sorprendieron las reacciones -en las redes sociales-, a un artículo titulado Amarga navidad, de Ulises Castellanos. Artículo que mostraba la particular opinión del autor sobre la exposición de la XVII Bienal de Fotografía convocada por el Centro de la Imagen en México. Inmediatamente, el artículo, recibió múltiples respuestas tanto a favor como en contra.  Incluso llegó a generar repudio virtual, ataques personales y bloqueos en facebook, un presunto despido de personal en un museo de fotografía y probablemente alguna demanda civil.

Comencé a sentirme en medio de un partido de ping-pong. Entre manifiestos personales, comentarios, respuestas agresivas e invasiones de muros de facebook con comentarios y memes. Recordaba algunos otros textos escritos sobre bienales anteriores y me decía continuamente “son las redes”. Porque desencanto ante la Bienal de Fotografía siempre se ha manifestado. Comparto unas palabras de José Antonio Rodríguez sobre la XV Bienal de Fotografía, o la bienal del vacío como le nombró:

He aquí más de lo mismo, aunque ahora la cosa se ha puesto más fea. Desde siempre se ha querido ver a la Bienal de Fotografía como un “termómetro” de lo que sucede en la foto nacional, pero ni con mucho es así, por más que el discurso oficial lo quiera ver de esa manera. ..

…Y, por ahí, continúa el horror, en ésta que es una de las peores bienales vistas hasta hoy, lo cual ya es decir mucho.

Revisé detenidamente todos los textos formales que comenzaban a emerger, revisé nuevamente los portafolios de los seleccionados y ganadores. Finalmente acudí a ver la exposición. Asumiendo una postura entusiasta. Sería una buena espectadora.

Recordé en el camino lo sucedido con la Bienal de Fotoperiodismo, que se realizaba en México y que en su sexta emisión generó un debate tal, que terminó en la cancelación de dicha bienal hasta nuestros días. Cito a continuación a Ireri de la Peña:

En junio de 2004, el jurado de la VI Bienal de Fotoperiodismo premia el reportaje “Mexicaltzingo, comunidad en rebeldía” de Giorgio Viera. Una de las fotografías contenida en ese ensayo, Alma en la azotea, generó una intensa polémica que polarizó al gremio: para unos la imagen era un plagio, y además posada, por lo tanto falsa y fuera de toda ética profesional. Otros consideraron que la trascendencia de una imagen documental se basa en su fuerza expresiva y representativa y no puede ser juzgada como verdadera o significativa.

El debate puso de manifiesto la urgencia de esclarecer el significado de términos como verdad, verosimilitud o realidad, cuando hablamos de imágenes, y la relación que guardan con la ética. Considerados tradicionalmente como decisivos cada vez más cuestionados y replanteados por quienes crean o estudian las imágenes.

Dicha cita es tomada de la introducción del libro de ensayos que, afortunadamente, surgió como consecuencia del debate gremial: Ética, poética y prosaica, con textos de Laura González, Juan Antonio Molina, John Mraz, Rebeca Monroy, José Antonio Rodríguez, entre otros investigadores y estudiosos de la fotografía (y la imagen). Éste conjunto de ensayos (a los que vuelvo recurrentemente) aunque situados en la fotografía documental permiten al espectador de fotografía contemporánea expandir el análisis de lo expuesto en una muestra fotográfica y lo sucedido en el ámbito del debate gremial. Vuelvo a Ranciére:

Se trata siempre de mostrar al espectador lo que no sabe ver y de avergonzarlo de lo que no quiere ver, a riesgo de que el dispositivo crítico se presente a su vez como una mercancía de lujo perteneciente a la lógica que el mismo denuncia.

Regreso a la exposición de la Bienal. La palabra anacronismo, resuena en mi cabeza una y otra vez. Que es propio del pasado y se produce en la actualidad me dicen los diccionarios. Pongo atención a la técnica de observación de una adolescente que también visita la muestra: no leo la ficha sino hasta el final, no me gusta que el texto me explique de lo que se trata la obra. Me predispone; le dice a sus acompañantes; la del visor en los recortes de periódicos es genial, me gustan cuando son interactivas, es lo último que alcanzo a escuchar.

Recorro mentalmente las exposiciones de fotografía y arte contemporáneo que durante el 2016 pude visitar (http://www.theatlasgroup.org/index.html / https://vimeo.com/132105240 / http://archivo.fundacionjumex.org/es/exposicion/general-idea-broken-time-tiempo-partido). Viene a mi ahora otra idea, la de la fotografía expandida. En particular el texto de George Baker Photography’s Expanden Field, publicado en la revista OCTOBER 114  en 2005. En el que analiza la transformación del medio fotográfico (nótese que no habla solo de fotografía si no de un medio) que parte de las formas del objeto de la fotografía tradicional hacia una práctica avanzada, nueva y alterada que incluye perfomance y poemas.

En todas partes se ve hoy en día en el mundo del arte contemporáneo a la fotografía. El objeto  fotográfico parece ser un objeto en crisis, o al menos en transformación severa. Seguramente ha pasado mucho tiempo desde que se reformuló la historia y la teoría de la fotografía como una necesidad intelectual vital, un proyecto histórico-artístico, que probablemente nació  de la importancia que alcanzó la fotografía en la práctica artística de la años setenta y ochenta.

Creo entonces, que el posmodernismo podría casi ser descrito como un evento fotográfico, a medida que se reorganizan las prácticas artísticas a partir de los parámetros de la fotografía tomados como lo que Rosalind Krauss ha llamado recientemente «objeto teórico»: la sumisión de objetos artísticos a la lógica de la fotografía, la copia, su recalcitrancia a las concepciones normativas de la autoría y el estilo, su inserción dentro de las formaciones culturales de masas, su referencialidad terca y consecuente…

…El objeto fotográfico ha sucumbido completamente en los últimos diez años a su recodificación digital, y el mundo del arte contemporáneo parece más bien haberse movido, literalmente, hacia una imagen más cinematográfica que fotográfica.

Baker utiliza una oposición de términos para explicar la lógica del campo expandido: narrativa/no-narrativa y estasis/no-estasis (estasis= lo estático). Ejemplifica en particular con la obra de tres autores Jeff Wall, James Coleman y Cindy Sherman.

Para Baker, en el arte contemporáneo estamos tratando menos con autores y sus influencias dado que estamos ante la transformación potencial del campo expandido de un antiguo medio (la fotografía) con nuevas posibilidades formales y culturales, donde los conceptos clave son: autor, copia, complejidad, narrativa, no-narrativa, expansión, lo estático y lo no-estático, uso masivo.

Como espectadores podemos necesitar entrenamiento y aprendizaje continuo; pero también podemos actuar como en un juego de azar. El papel del espectador está predefinido según la voluntad del autor, sin embargo el sujeto que en la realidad percibe la obra puede no ajustarse a lo que el autor de la obra esperaba, Wikipedia dixit.

Como espectadora del uso masivo de la fotografía entiendo difícil no reconocer la importancia de medios como instagram, el libro de selfies de Kim Kardashian como suceso fotográfico contemporáneo, la fotografía y el video en tiempo real del asesinato de un embajador durante la inauguración de una exposición de fotografía, el fenómeno milennial de whatsapp y snapchat. De “lo fotográfico” como el acto de significar.

Nuevamente Ranciére: La pensatividad de la imagen es entonces esa relación entre dos operaciones que pone a la forma demasiado pura o al acontecimiento demasiado cargado de realidad fuera de ellos mismos. Por un lado la forma de esa relación es determinada por el artista. Pero por otro, es únicamente el espectador el que puede fijar la medida de la relación, es únicamente su mirada la que otorga realidad al equilibro entre las metamorfosis de la “materia” informática y la puesta en escena de un siglo.

La fotografía no es sólo lo que ocurre en el plano bidimiensional. Pero tampoco es per se todo lo contrario. La XVII Bienal de Fotografía apenas comienza.

 

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