Caminar, crear y derivar: el arte de lo inesperado

¿Alguna vez has sentido que caminar te ayuda a pensar mejor? No eres el único. Muchos artistas, filósofos y escritores han encontrado en el paseo una fuente de conocimiento y creatividad. Pero no se trata solo de andar sin rumbo, sino de hacerlo con una actitud abierta y curiosa, dispuesta a dejarse afectar por lo que nos rodea y prestarle atención.

Esta forma de caminar se conoce como deriva, un concepto que acuñaron los situacionistas, un grupo de artistas y activistas que en los años 50 y 60 del siglo pasado propusieron una nueva forma de relacionarse con el espacio urbano. La deriva consiste en abandonar los recorridos habituales y seguir las propias emociones e impulsos, o dejarse guiar por el azar, para descubrir aspectos ocultos o insólitos de la ciudad.

La deriva es una práctica artística que busca romper con la lógica funcional y comercial que domina el entorno urbano, y generar nuevas experiencias estéticas y políticas. Al caminar por la ciudad sin un destino fijo, se crea una situación que favorece la imaginación, la crítica y la transformación. La deriva es también una forma de resistir al control social y a la alienación que produce la vida moderna.

En el arte, la deriva a veces se ha convertido en un fetiche, en una excusa para no pensar, para no darle cuerpo y contexto a nuestros proyectos, o se asume como un trabajo urbano exclusivamente. Pero la deriva no es ir por ahí sin pensar. Es buscar el detonante del pensamiento a través de los sentidos en los detalles, las formas, en las grietas de lo visible… Ya no solo se puede aplicar al espacio urbano, sino también a cualquier otro entorno natural o cultural incluso al paisaje de las ideas. Es decir, dentro de nuestro contexto cultural y de conocimiento, buscar otras rutas o relaciones entre las ideas que nos lleven a conceptos inesperados.

¿Te animas a probar la deriva?

Comparte tus experiencias con nosotros y descubre cómo caminar puede potenciar tu pensamiento y tu creatividad.