Conociendo a Ramón Grandal

A Grandal no lo conocí en persona, nunca coincidimos en los espacios de interés con foco en la fotografía. Sin embargo, tuve referencias -buenas referencias- de colegas y amigos que reconocían y estimaban su trabajo. Otras recomendaciones -a mi entender las más significativas- llegaron de quienes aprendieron el oficio guiados por este fotógrafo cubano asentado en Venezuela desde hace muchos años. También supe que, además de los nexos afectivos, la fotografía era punto de encuentro con su esposa Gilda con quien compartió salas de exhibición y que su hija Kelly había desarrollado sensibilidad y vocación hacia el mundo de las artes, las letras y la docencia.

Ramón Grandal, Fotografía en Venezuela
Autorretrato Ramón Grandal

Por influencia y curiosidad me fui aproximando a su trabajo a través de algunas  publicaciones especializadas.

En octubre del año pasado supe de la desaparición física de Ramón Grandal (Cuba, 1950 – Estados Unidos, 2017) por los numerosos comentarios que en las redes sociales publicaron amigos vinculados al ámbito fotográfico.Sala. Claro que es común que ante la pérdida de alguien abunden los halagos y recuerdos favorables pero, en este caso, estos estaban respaldados por las referencias positivas que durante su vida cosechó y que, sin buscarlas, llegaron a mí en medio de conversaciones casuales, sinceras y espontáneas. De modo que, sin conocerlo, sentía cierto afecto por él, obviamente, alentada por la experiencia de otros. Con fragmentos dispersos fui construyendo la idea de un fotógrafo en el que obra y testimonio van coherentemente hilvanados.

Ramón Grandal, Fotografía en Venezuela
Ramón Grandal
Ramón Grandal, Fotografía en Venezuela
Ramón Grandal

El anuncio de la Sala Mendoza de iniciar el año 2018 con una gran exhibición en la que, entre otros propósitos, se rendiría un “sentido homenaje” al maestro Grandal avivó mi interés y supuso la posibilidad de encontrarme -ahora si- directamente con una muestra de sus fotografías. Así fue.

Una sala acogedora recibe a los espectadores con un vídeo en el que sus fotos se alternan con extractos de una entrevista en la que Grandal mira a la cámara y habla de la importancia de estudiar a los representantes más emblemáticos de la historia de la fotografía y absorber de ellos los elementos que puedan enriquecer las búsquedas propias. El texto de sala destaca la relación de Grandal con la institución desde su establecimiento en Venezuela en 1993 cuando partió de Cuba “huyendo del régimen comunista”. También se mencionan algunas de sus exposiciones y reconocimientos como la mención del Premio de Fotografía Latinoamericana Josune Dorronsoro del Museo de Bellas Artes (1998), el Premio único del Festival Internacional de la Luz (2000), entre otros.

Ramón Grandal, Fotografía en Venezuela
Exposición Sala Mendoza 2018

Las fotografías que integran la muestra permiten encontrarme con un hombre curioso que hurga su reflejo en fragmentos de composición retadora. Son imágenes en blanco y negro desprendidas en detalles, con visos de ironía y guiños visuales que trazan una ruta cronológica y geográfica que parte de lo cotidiano para luego trascender e interpelar. Se complementan con la selección de fotos articuladas en el vídeo que completa el recorrido. Son retratos de algunos sujetos anónimos y otros reconocidos como autores renombrados que posaron para su lente en la serie “Letras Latinoamericanas” desarrollada en la década de los 70. También es visible el rastro de José Martí adherido en forma de cartel a una pared y coronado por la bandera cubana, una toma en la que parece, irremediablemente, condenado a observar.

Salgo de la sala familiarizada con Grandal, he escuchado su voz, le he visto en un video y he apreciado un valioso conjunto de imágenes que me impulsan a indagar en la red, encontrar más de sus fotos así como textos que abordan su trabajo. Me detengo en uno de la autoría de Abelardo Mena Chicuri quien acertadamente lo define así: “él es decidido buscador de metáforas visuales, un creador de atmósferas exquisito en las composiciones y partidario decisivo de la riqueza tonal del blanco/negro, aportada por la cámara Leica y los misterios del “cuarto oscuro”. Las fotos de Grandal no capturan «el momento decisivo» anunciado por Cartier Bresson, sino la ambigüedad sígnica de lo real” (La Habana, 2016).

Ramón Grandal, Fotografía en Venezuela
Exposición Sala Mendoza 2018
Ramón Grandal, Fotografía en Venezuela
Exposición Sala Mendoza 2018

Este trayecto me ha permitido transitar varias rutas, reflexionar e incluso especular como ejercicio imaginativo impulsado por la narrativa fotográfica. Pienso en los motivos que trajeron a Grandal de Cuba a Venezuela y los que ahora llevan a millones de venezolanos a trazar un itinerario migratorio de coordenadas inciertas. Pienso en el talento que es reconocido más allá de gentilicios y fronteras. Pienso en las búsquedas personales y colectivas. Agito la cabeza para remover las ideas y no entristecer ante la realidad flagelante. Vuelvo a la fotografía como refugio para admitir la coherencia entre la vida y obra de Grandal, entre lo que escuché y lo que he visto en primera persona. Imagino que lo conozco, nos presenta uno de sus pupilos, un joven fotógrafo del que ha sido mentor. Estrecho su mano y sonríe. Completo su retrato, en blanco y negro por supuesto. Quisiera pausar la timidez y pedirle que firme mi copia de la serie “Venezuela Inc.” No me atrevo. Recuerdo a José Martí: “El único autógrafo digno de un hombre es el que deja escrito con sus obras”. Quedo más que satisfecha. Finalmente, he conocido a Ramón Grandal.