Itala Schmelz «Las prácticas artísticas siempre están ahí para romperse»

FOTOCLICK #7 | Itala Schmelz

Por Marcel del Castillo @mardelcastillo

Toda fotografía es imagen pero no toda imagen es fotografía. Vaya conflicto en el que estamos incursos quienes abordamos la fotografía desde los bordes.  ¿Se cuestionaron eso quienes en 1994 fundaron el Centro de la Imagen en México, espacio pionero en América Latina? En un documento precursor de su fundación, escrito por Pedro Meyer en 1990, aparecen algunas señales: “Queremos que la palabra imagen en el nombre del Centro pueda reflejar una nueva visión respecto a la tradicional fragmentación que se ha hecho de las diversas disciplinas como la fotografía, el cine, el video, las artes gráficas”. Lo cierto es que esa “nueva visión” tardó algunos años en plantearse, requirió no sólo de los avances tecnológicos, las redes y la internet,  sino de sus consecuencias sociales, como lo son: la democratización, la sociabilización, el intercambio, el flujo y el procesamiento de información y el uso de las imágenes como principal lenguaje de las nuevas generaciones. Adicional a ese escenario, ha habido una fuerte resistencia desde los productores fotográficos a salirse de la formalidad vernácula de la fotografía.

Luego de su cierre por cerca de 4 años para su remodelación, el Centro de la Imagen es reinaugurado en 2015 de la mano de Itala Schmelz y un equipo de profesionales, quienes han construido una robusta programación en medio de esta polvareda de criterios de lo que debe ser o no ser una fotografía, de lo que debe ser o no ser un espacio museístico dedicado a la fotografía, que remueve viejos desencuentros y  que afila críticas. Es decir, en los bordes, en la frontera.

¿Hace falta explicar lo que significa en la historia del hombre, vivir, cruzar, producir o dialogar en la frontera?

Pues es en esa frontera donde me encuentro con Itala, en una conversación que también se mueve en la delgada línea que separa a la persona de la funcionaria, quizá una muestra de esa des categorización y personalización de todo lo que hacemos, tan frecuente en las dinámicas culturales contemporáneas. Todo se solapa, de ahí lo difícil de distinguir, en este caso, cuando Itala, Licenciada en Filosofía y experimentada gestora de espacios culturales como la Sala de Arte Público Siqueiros, el Museo Carrillo  Gil y ahora Directora del Centro de la Imagen, nos habla desde sus ideas y convicciones profesionales o desde el funcionario público que se debe a los intereses de una institución. En todo caso, es mi intención adentrarnos en el intrincado y difícil manejo desde la institucionalidad del siglo XXI de lo que hemos llamado fotografía contemporánea y que tantos cuestionamientos y confrontaciones genera entre los mismos fotógrafos.

Un día previo al terremoto del 19 de septiembre en México, ella me recibe en su oficina de la Plaza de la ciudadela, y sin mediar mucho entramos a dialogar de la institución, su origen y sus estrategias actuales.

¿Cómo se ve la fotografía y la transparente frontera que la cruza con la imagen, desde la Institucionalidad?

Debemos empezar por recordar que el Centro de la Imagen surge como una iniciativa impulsada y promovida por los productores de imágenes, por los propios fotógrafos, por una comunidad, un gremio, que exige a la política cultural del país tener su propio espacio, desarrollar su propia bienal, tener una biblioteca especializada, así como la posibilidad de  generar un acervo y publicar una revista. El Centro de la Imagen nació con una vocación múltiple: de formación, de investigación, de exhibición,  y un poco así se fue componiendo. Gracias a eso, dentro de la compleja estructura de la Secretaría de Cultura del país hay un espacio dedicado a la fotografía.

Este espacio fue llamado: Centro de la Imagen, no: Casa de la Fotografía. En este sentido, podemos pensar que su nombre terminó siendo muy actual, y que nos permite reflexionar desde un ámbito más amplio los advenimientos de la producción de imágenes en términos de reproducción mecánica y de los soportes para su visibilidad que van desde lo plástico hasta cuestiones más intangibles de circulación digital. Entonces, al llamarse Centro de la Imagen, tenemos este espacio que es un lugar que procura atender los múltiples aspectos que involucra la fotografía; un universo tremendamente amplio y no exclusivo de la producción artística; estamos hablando también de campos sociológicos, de la información, así como todo lo que tenga que ver con la evolución tecnológica del medio mismo.

Como bien lo dices, el nombre ya puso a la institución en una situación muy compleja, justamente por lo que planteas y porque la fotografía se está expandiendo, se está cuestionando a sí misma y tiene terror en asumirse en ese campo abierto que es la imagen. Existe una zona de confort conocida y muy experimentada que se resiste a siquiera discutirlo. Dentro de esa complejidad que sucede dentro de los fotógrafos, dentro de la comunidad o de las diferentes comunidades artísticas y fotográficas ¿cómo aborda la planificación el Centro de la Imagen? 

Las instituciones culturales tienen que trabajar a partir de lo que realmente está sucediendo en el terreno artístico. No se trata de si el Centro de la Imagen va a abrir o no va a abrir espacio para esto o para lo otro, sino cómo podemos en tanto institución, tener la capacidad de ver lo que está sucediendo en el medio, e ir dándole cabida, un cierto orden y una visibilidad. Esta institución, por su carácter heterogéneo, abierto y público, no apuesta por el control del éxito de los autores como hace el mercado del arte, a nosotros como equipo creativo que conformamos el Centro de la imagen, nos interesa pensar ¿cómo hacemos para que este rico y diverso escenario, esta escena  que nos rebasa por mucho vaya teniendo cabida y visibilidad en nuestras salas y foros y sea representativa de lo que está pasando? 

¿Cómo hacer? Digamos, en términos prácticos  ¿Cómo mostrar ese rico y dinámico escenario?Al año ¿cuántas exposiciones puede hacer el Centro de la Imagen? 

Tenemos una vez al año la Bienal y el otro año tenemos FotoMéxico, estos dos grandes eventos son los ejes del Centro de la imagen desde su nacimiento, porque determinan en gran medida las grandes exposiciones del año.

La Bienal tiene un contexto nacional, es un premio y también es una exposición que busca entender  la narrativa visual contemporánea. No tratamos únicamente de premiar un buen trabajo, sino de pensar qué está pasando con los lenguajes fotográficos, qué se está experimentando, qué se está buscando, cuáles son los riesgos que se están tomando, qué está ocupando a los creativos. Creo que esta es una Bienal muy orientada a la producción de fotografía como propuesta autoral, de un artista; estamos manejando lenguajes contemporáneos que se mezclan con muchas otras cosas. No es una Bienal de fotoperiodismo, y no es una Bienal para premiar una imagen, sino para entender un momento de la fotografía.

Por otro lado, tenemos FotoMéxico que resulta de lo que fue Foto Septiembre. Esencialmente estamos reactivando un festival de escala internacional. Es un momento bianual donde el Centro de la imagen se expande,  rebasa sus fronteras, límites de espacio y de recursos, colaborando con los grandes museos de México y con una gran diversidad de sedes culturales,  galerías y colecciones. Esta oferta se centra en torno a un programa oficial, curado desde el Centro de la imagen, que nos permite traerle al país una escena mucho más grande y fuerte con autores importantes, internacionales, que nos den una idea de lo que está pasando en el mundo.

También, me interesa pensar que  quienes están en contacto con las fotografías no son únicamente los creadores o los productores de ellas; están los investigadores, los curadores, la gente que la está abordando desde un sentido crítico y no necesariamente para promover carreras artísticas, sino porque las imágenes hay que pensarlas muchos más allá de si provienen  de una producción artística o no, están ahí, en nuestro contexto social y hay que abordarlas. Por ello tenemos el Encuentro Nacional de Investigación fotográfica (ENIF), que permite a estos otros actores que trabajan con imágenes también formar parte del Centro de la Imagen, el encuentro además incluye un  premio y la  publicación de los ensayos ganadores. A nivel académico el Centro de la imagen desarrolla el Seminario de producción fotográfica. Es muy motivador tener a quince (15) jóvenes en proceso de formación que están desarrollando un proyecto, muchos de ellos su primer cuerpo de obra, es muy refrescante para el Centro de la Imagen  y además de esta manera estamos siempre cerca de los que están emergiendo.

Tú puedes tener la institución más rica del mundo, llena de proyectores y pantallas pero si no tienes ese rico sustrato que es la escena artística, lo que está pasando, lo que se está dilucidando en el medio, pues lo que tienes es un armatoste.

 

Me llama la atención que menciones que es una Bienal de fotografía más dedicada al tema autoral, pero no es de fotoperiodismo; ¿Por qué seguir fragmentando?

Puede haber fotos que tengan un sustrato documental, pero no es una Bienal de fotoperiodismo.

¿Pero por qué no puede estar?

Claro que puede estar.

Voy más allá. ¿Por qué todavía hacer una Bienal especificada en fotografía? 

La Bienal se llama de fotografía y la Bienal del Centro de la Imagen tiene treinta (30) años de vida, entonces, a mí me parece que es muy importante ese engarce histórico. Sin embargo, podríamos llamarle de la imagen, o de las artes visuales,  porque efectivamente podemos ampliar mucho el concepto, estoy totalmente de acuerdo contigo.

Pero estamos hablando de treinta (30) años  donde cada dos años tenemos un premio de adquisición. Si ves las fotos de los premiados de los 80´s  inmediatamente identificas una época, una búsqueda,  más allá de si quien ganó el premio se volvió famoso o, por el contrario, desapareció del mapa. Esa es su especificidad, por eso me parece importante reflexionarla, en especial en un escenario hiperactivo de la producción artística y una variedad de nuevos premios.

No me interesa ponerle el límite al tipo de producción que se pueda dar en la Bienal, pero tampoco le quiero quitar el nombre, por la razón que te digo, hay un anclaje histórico y me interesa esa continuidad, me interesa que podamos seguir coleccionando los premios del jurado y dejar para los investigadores y la historia un fondo muy particular que se sustenta en sí mismo. Me parece importante que lo continuemos así.

Aunque con una gran resistencia, hoy día la imagen está al servicio de la idea y no al revés. Dentro de esta dinámica, donde la fotografía está dejando de ser comprendida únicamente como un fin para ser apenas un medio. ¿Cómo ves estas aproximaciones a la imagen?

Hay un concepto o una forma de decir que a mí me gusta mucho,  que es: lo fotográfico, porque al decir fotografía parece que la estás enmarcando, pero cuando te refieres  a lo fotográfico, es algo mucho mas amplio. Un video es fotográfico, pero no es una fotografía; entonces, a mí me gusta el concepto de lo fotográfico, creo que se desplaza un poquito sin irse demasiado lejos.

El concepto de imagen siento que es demasiado grande. Si yo lanzo una bienal de imagen ¿quiere decir que puede entrar poesía, pintura y dibujo? No es porque yo quiera ponerle márgenes o no, pero me parece que si podemos hablar de que hay una serie de búsquedas y de exploraciones, que siempre están muy ligadas a cierta tecnología, sea la digital o la analógica, una más líquida y otra más plástica, de reproducir la experiencia visual.  Pero estamos hablando de que siempre hay una mediación tecnológica en el proceso creativo, en la exploración, cual ella quiera que sea, que puede ser desde muy pobre hasta hipertecnologizada. Creo que está bien mantener un referente para poder pensar la multiplicidad de prácticas y productos que se están generando  desde ahí y creo que lo podemos encontrar en el concepto de lo fotográfico. 

Veo una total transdiciplinarización / indisciplinadora que no me preocupa, no podría yo calificar en este rico contexto que algunos procesos son válidos y otros no. Tampoco me parece que todo esté en el medio que utilices, puede haber gente experimentando con cosas formales, pero que no tenga una pieza que conceptualmente  se sostenga. Creo que hay muchos valores en la experiencia de fotografiar, aunque, mucho del juego está en la edición entre una imagen y la otra, o en su formato de reproducción. Pero hay un acto de fotografiar que es un acto de pensar, que es un acto de conocer;¿Desde dónde construyo? ¿Cómo quiero decir? ¿Desde dónde quiero hablar? ¿Qué del mundo me está llamando? Hay una serie de conocimientos respecto a la cámara, el video o lo que tu elijas, que se deben tener claros. Creo que si quieres llegar a algo tienes que tener toda una serie de elementos creativos a tu favor, tienes que profesionalizarte.

Itala Schmelz
Fotografía Marcel del Castillo

 

Utilizas dos términos que son muy importantes hoy día: la sustentación de la obra y la  hiperactividad, en especial del medio fotográfico.

Hay una hiperactividad que va más allá del Instagram y del tema tecnológico, evidentemente fomentado por el mercado, el consumo, la reproductibilidad y las nuevas tecnologías. Pero hay una especie de afán de producir para pertenecer, para ser validado. Creo que estamos en un momento en donde la mayoría de la producción está más o menos homogeneizada. Podemos ver a un autor fotografiando a los aborígenes de Oaxaca y a otro a los  gauchos de la Pampa, y la representación fotográfica puede ser idéntica. Me parece que  además del propio autor, parte de la responsabilidad de eso está en las instituciones públicas y privadas, está en los museos y galerías, incluso está en ciertas organizaciones alternativas que terminan encapsulando conceptos de cómo se deben hacer las cosas. ¿Esta forma de operar puede terminar por homogeneizar y frivolizar la fotografía?

Es común que las propuestas que los artistas empiezan a explorar de manera autónoma y radical,  casi de espaldas a lo que podría sistematizarse, terminen, sin embargo, adentro de las instituciones, y eso les  quita de hecho su valor de ruptura. Por ejemplo: Juan Downey en los años 60´s o 70´s se fue a meter en el Amazonas y en lugar de fotografíar a los aborígenes les ofreció la cámara; Mariana Rosemberg, fotógrafa mexicana- judía estuvo en Oaxaca formando a chavitos con la cámara en la década de los 90, etc., prácticas muy importantes que hoy en día, digamos, ya no tienen nada de original. Ésta idea de abrirte al otro y entregarle el aparato fotográfico como instrumento de autoconocimiento, hoy día es reconocido como una acción factible dentro del infinito paraguas de las artes visuales, incluso hay becas dedicadas a este tipo de proyectos. ¿Y qué va a pasar ahora? pareciera que el arte encuentra siempre caminos.

Otro tema que está en boga son las cuestiones de género e identidad, (cultura queer, feminismo), si te das cuenta, muchas instituciones estamos facilitando que se pueda hablar de esos temas. Queremos abrir un campo que estaba prejuiciado y atraer a eso que de algún modo es lo vivo, la vitalidad, el sustrato del arte, el sentido del asunto. Tú puedes tener la institución más rica del mundo, llena de proyectores y pantallas pero si no tienes ese rico sustrato que es la escena artística, lo que está pasando, lo que se está dilucidando en el medio, pues lo que tienes es un armatoste. Las instituciones queremos formar parte de esa efervescencia, de esos despertares, de esos diálogos, ir detrás del arte como un soporte que, a la vez  el arte necesita.

Si yo tomo dos años del Centro de la Imagen o de cualquier institución ¿cuántas exposiciones puede haber? Seis, diez ¿Esa limitación puede establecer paradigmas sobre «esto es fotografía»?

Bueno, los paradigmas sirven un ratito, tampoco hay que clavarse con los paradigmas. Es como la tendencia de la creatividad, del pensamiento, etcétera. Pareciera que la sociedad se mueve en una cosa más de oleadas o de tendencias y lo que la institución puede hacer es sacar esas puntas de iceberg de estas tendencias y más o menos irle dando cabida.

Podemos tener en un año un máximo de 10 exposiciones, pero estamos hablando de muchos mas artistas y curadores que aspiran a tener una exposición en el Centro de la Imagen. Es un espacio de legitimación, es un gran marco para exhibir ¿qué quiere decir exhibir en el Centro de la Imagen? Obviamente eso cobra mucho peso y termina siendo una importante responsabilidad, ¿Cómo formas el programa y a quiénes les vas dando cabida?. ¿Para mí qué es importante ? no confundir ciertas cosas, por ejemplo: mediante la Bienal y el Seminario de Producción Fotográfica que incluye una exposición de los alumnos, doy cabida a los autores emergentes, al tiempo que genero la oportunidad para que fotógrafos con trayectoria importante, que no han tenido oportunidad de que su obra se vea a buena escala, tengan una muestra individual. Esos son criterios que yo como directora de espacios, no solo del Centro de la Imagen, en el Carrillo Gil y antes en la Sala Siqueiros, he tenido que ir valorando un poco conociendo como se mueve el medio y que es lo que hay.

¿Éste será el momento de ampliar y desplazar los espacios de validación? La institución además de fomentar la creación, la educación, los públicos, ¿no deberían asumir sus limitaciones de presupuestos, archivos, calendario y ceder y conectar con otros espacios?

El territorio está bastante desplazado, hay muchos escenarios posibles de diferentes tamaños, hay muchos actores legitimantes que van desde páginas de internet, hasta publicaciones, galerías, museos y coleccionistas; el escenario se moviliza.

Si, quizás ha cambiado el lugar de las instituciones. No creo que deban entenderse como un lugar vertical o autoritario, ni pretender una legitimación académica, sino a medio camino de todo, evitando cualquier tipo de cacicazgo. Yo pienso que el Centro de la Imagen debe verse en este rico escenario como una oferta más, para promover y fortalecer esta plural producción fotográfica y como un lugar donde como público, artista, estudiante o investigador, puedes tener coincidencias, donde puedes potenciar alguna de las cosas que estás haciendo, un lugar donde nos interesa colaborar con otras instancias privadas o públicas. No creo que estemos en una posición canonizadora donde digamos: «esto se vale o no se vale”. No me creo capaz de eso. Las prácticas artísticas siempre están ahí para romperse y para demostrar que desde el lugar donde no estabas viendo, lo más sutil llega. A veces te vas en contra de lo formal, porque crees que lo formal ya está agotado pero llegas a una exposición hiper-formal que es una delicia.

Creo que lo que tenemos que aprender es a ser mejores colegas, entender que estamos todos batallando por construir un ambiente rico y diverso.

¿Los cacicazgos que mencionas son una terrible práctica corporativa que han heredado también las gestiones culturales independientes y privadas?

Los cacicazgos se hacen por una razón muy sencilla, cuestiones de poder.  Poder económico, coludido con la legitimación del saber. En el mundo del  arte contemporáneo el  poder se ha ido a lo económico, está instalado en el mundo de las galerías y la venta de obra. Por ello es muy valioso este escenario hiperactivo de la fotografía, ámbito en el que se están pensando cosas muy importantes y sustantivas que quizás, en el terreno del arte contemporáneo, se han vaciado y se han frivolizado. No sólo se están cuestionando los medios de producción, sino también nuestra condición icónica como sociedad. Hay muchas cosas que están pasando en este medio, que no calcula el arte contemporáneo porque lo mide en términos de mercado. A nivel teórico, conceptual y experimental estamos en un momento apasionante.

Pero hay un acto de fotografiar que es un acto de pensar, que es un acto de conocer;¿Desde dónde construyo? ¿Cómo quiero decir? ¿Desde dónde quiero hablar? ¿Qué del mundo me está llamando? Hay una serie de conocimientos respecto a la cámara, el video o lo que tu elijas, que se deben tener claros

Ahora quiero abordar el público, porque no es  lo último en lo que una institución debería pensar. Siento que desde la producción artística la visión del público ha cambiado. Hoy día hay una consciencia de que la producción  va dirigida a alguien,  que ese espectador tiene que pasearse por ahí y que la narrativa que construyes es para generar una conversación. ¿Te parece que tiene tanta importancia el público, como la selección de los artistas?.

Es un tema bien delicado y no tiene una sola manera. El éxito no es llenar de público el espacio, ha habido cierta confusión al respecto porque  los gobiernos neo liberales, las administraciones neo liberales nos quieren medir a veces con la misma tijera con la que se miden sistemas de producción  y operatividad industrial o económica.

Dentro de esos criterios manejaríamos una especie de blockbuster; pues hay instituciones culturales que es correcto que sean blockbuster porque cierta dosis de eso se necesita, por ejemplo: si haces una exposición de Picasso estas esperando un blockbuster, pero muchas veces eso implica que el trabajo intelectual y creativo no se haya operado en este país. Te traen una exposición que la mandan en una caja con un plano exacto de como instalar, pagaste un fee por ello; eso es una fórmula. Del lado que me ha tocado a mí estar es muy importante que nosotros desarrollemos nuestros proyectos,  que nosotros generemos curadores, investigadores y críticos; por eso no me interesa tener un blockbuster.

¿Quién viene al Centro de la Imagen?, Los públicos se construyen, se mantienen, se pierden, se expanden…

Todo junto, es un fenómeno bastante particular. Por un lado el trabajo que uno pueda hacer de difusión y promoción es una chamba permanente y activa, es una responsabilidad en la que además las estrategias van cambiando, pero lo cierto (te lo digo con veinte (20) años  de estar a la cabeza de instituciones) cada actividad y cada artista traen públicos muy diferentes.

Una institución como el Centro de la Imagen puede apostar por una exposición que quizá sea compleja, que quizá no sea la más aplaudida por el público masivo pero que,  sin embargo, esté apuntando hacia los nuevos lenguajes, o hacia prácticas que habría que apoyar porque no son tan populares. Mientras el público masivo está consumiendo obra como si la consumiera en el siglo XIX, bajo criterios de sublimación, me interesa apostar por un arte deconstructivo, porque el sistema nos está asfixiando. Es importante mantener este espacio, como un espacio vital para la producción artística. Esas son las políticas culturales que si puedes escoger.

¿La selección del artista tiene que ver con eso?

Si, con ciertos artistas sabes cómo se va a orientar y sabes qué tipo de público va a venir. Por ejemplo: uno de los retos importantes cuando reabrimos el Centro de la Imagen fue que el público del arte contemporáneo, que había abandonado por completo al Centro de lmagen,  se percatara de que éste es un espacio que está vivo, que está activo y que vale la pena venir a ver sus exposiciones; pero  otro público vino cuando inauguramos a Marco Antonio Cruz [Exposición antólogica del Fotoreportero, con más de 40 años de trayectoria] ¿Cómo haces para que a los que les interesa estar en la vanguardia, aprendan de lo clásico, o para que el público de los fotógrafos puros y duros, de los foto periodistas como Cruz,  también vengan a ver una video instalación del Seminario de Producción Fotográfica?» . Eso es la utopía que a mí siempre me ha interesado; y nunca darle al público las cosas totalmente digeridas.

Itala Schmelz
Fotografía Marcel del Castillo

Tú me hablas del Centro de la Imagen desde sus treinta (30) años, desde una visión, quizás, idealizada de la institución. Particularmente creo en las personas que manejan las instituciones, más no en la institución.

Eso nos provoca problemas a la larga, pero obviamente si depende mucho de eso.

¿Tú crees que Itala se va del Centro de la Imagen y el Centro de la Imagen va a ser ese lugar abierto del que tú hablas? 

Yo creo que el Centro de la Imagen no puede regresar al pasado, aunque yo no esté aquí.

¿Cómo puedes saber que eso no va a pasar? 

Porque la fotografía no puede volver. Muchas cosas que están pasando ahora y que quizá se están dejando ver en el Centro de la Imagen durante mi gestión, van para adelante y será muy difícil amurallar su vocación, ponerle encima un cinturón de castidad que diga: «este lugar nada más exhibe fotografía analógica”  Quizá a algunas personas les gustarían determinarnos, cuajarnos y reducirnos a eso, pero mientras la fotografía siga moviéndose y replanteándose eso se va a ver  reflejado aquí en el Centro de la Imagen. Pese a cambios, diferencias, concepción y administraciones diversas hay ciertas cosas que han hecho al Centro de la Imagen lo que es.

 

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