Vida, muerte y representación, la obra de Mauricio Toro Goya
“La industria (de la fotografía) no puede asemejarse al arte del pintor o del dibujante que crea composiciones y sujetos con los recursos exclusivos de la imaginación, ni tampoco con el artista que siguiendo su sentimiento personal, interpreta los puntos de vista que la naturaleza le ofrece y que constituyen una propiedad a su nombre.”
Fragmento de las sentencias de los tribunales de 1861,
en Francia, respecto a la legalidad de la “creación” en la fotografía
Una mujer dando a luz asistida por una partera, otra mujer o nuestra señora de las iguanas sentada junto a su par muxe. Al fondo otra mujer cuelga ropa mientras observa la luz que cae sobre un hombre joven semidesnudo. Un hombre enmascarado abraza a otro muxe. Están desnudos. Hincados. Se sostienen sobre un “cartón” de cerveza. Una piñata cuelga. Hay papel picado de colores colgado del techo. Estamos ante un ambrotipo que ha sido coloreado. Una fotografía de Mauricio Toro Goya.
Toro Goya es un fotógrafo chileno con una postura política que rechaza la idea del neoliberalismo económico como la única forma posible de vivir. Su producción fotográfica remite a ello. Utiliza una técnica que proviene de los inicios de la fotografía, incluso cuando aún el término fotografía no se utilizaba de manera generalizada para la producción de imágenes que se fijaban sobre superficies rígidas. Producir ambrotipos (y colorearlos a mano) en una época caracterizada por la producción digital y la producción estandarizada de fotografías en dispositivos electrónicos, es una provocación.
En la obra de Toro Goya se percibe lo irrenunciable, lo personal como punto de partida para la creación, la construcción del discurso como una necesidad impostergable, lo que significa nacer y crecer en un país que ha enfrentado el dolor colectivo y, de la misma forma, la posibilidad de reconocerse en un país que no es el propio, pero que nada le impide serlo. Apropiarse de ése país como un acto de manifestación de la voluntad. De la postura de un autor.
“Soy chileno nacido en Vallenar en el norte de Chile, luego muy niño nos trasladamos a Santiago, ahí pasé mi infancia y adolescencia, cada verano viajaba a Vallenar a ver a mi padre y a mis familiares. Era tiempo de plenitud. Ahí experimenté muchas cosas que me marcaron, en especial la capacidad de imaginar y vivir.”
“En mis tardes de adolescencia, solía ir a la biblioteca pública que estaba frente a mi casa, ahí siempre pedía las enciclopedias de historia del arte y me fascinaba el muralismo mexicano, veía con detalle cada color, trazo y lo interpretaba, incluso varias veces lo dibujé. Con los años soñaba con conocer México y ser un artista mexicano, participar de las manifestaciones sociales, populares y pintar.”
Las fotografías de este autor utilizan continuamente las referencias religiosas del cristianismo, particularmente del simbolismo propio de latinoamérica (vírgenes morenas, sincretismo cultural, Juan Diego, la Guerra Cristera en México, por mencionar algunos), con la clara intención de problematizar y poner en discusión los efectos de la conquista española en los pueblos originarios del continente americano.
En su serie Gólgota, Caravana de la Muerte, utiliza como analogía las catorce estaciones del Víacrucis, para realizar un estudio sobre la muerte. El punto de partida es un suceso político crucial en la vida de Chile llamado Caravana de la Muerte, una operación militar que por orden de Augusto Pinochet, en 1973, recorre todo el país y culmina con el asesinato y la desaparición forzada de una centena de presos políticos. Es una obra sobre el duelo. El duelo por la muerte de la democracia en su país y los ideales humanos (siempre representados por mujeres en su obra), pero también por la muerte de su propio padre.


“Mi padre enfermó mientras yo había programado mi primer viaje a México, antes de partir mi padre murió, siempre he sentido que él se fue antes para dejarme cumplir mi sueño. Dos semanas antes de mi viaje lo tuve que sepultar, fue un viaje lleno de dolor, pero los mexicanos supieron alentarme y mostrarme la otra muerte, esa en la cual uno está más tiempo muerto en esta tierra, que vivo.”
Cada una de sus piezas funciona, también, como una metáfora que impacta en el imaginario colectivo de quienes se ven representados (o que reconocen) por los símbolos que utiliza, como la Virgen de Guadalupe o la cruz del calvario. Es evidente que busca transgredir desde lo visual.
Imagen Divina, es un trabajo que fácilmente puede ser censurado, utiliza la figura de la santísima trinidad, y se apropia de ella, para representar siete distintas posibilidades de esa triple persona:
“…es una serie basada en la santísima trinidad, pero en ésta es la Madre, el hijo y Magdalena. Aquí pongo en tensión la posibilidad de que la figura de la madre pueda ser un transexual, la posibilidad de que los que no pueden, puedan ser santos y tener devoción, el conflicto de los postergados y marginados, de los penitentes sometidos de la fe”, explica el autor. Se trata de imágenes de una lectura profunda que reflexionan sobre Latinoamérica.

De la misma forma en Milagreros, (su primera serie producida entre Chile y México, binacional, como él mismo se refiere a ella), sus planteamientos y reflexiones provienen de las paradojas políticas y sociales de Latinoamérica. Recurre ahora a su influencia del muralismo mexicano y a los exvotos. En éste trabajo produce ambrotipos y ahora los pinta a mano para iniciar un recorrido por las representaciones de los conflictos humanos recurrentes (contemporáneos, modernos e históricos): lo bello contra lo feo, ricos contra pobres, machismo contra feminismo, sistema neoliberal contra humanismo, “el sueño americano” contra la realidad cotidiana del resto del continente.
Lo vemos también como muxe, retomando la historia personal. Decide hacerlo para encarnar a su hermana que murió un año antes de nacer él. Recuerda que siempre pensó que nació para calmar un duelo.
Tenemos en Toro Goya a un autor que transmite un discurso político y manifiesta su propia revolución; a un creador interesado porque el espectador se haga preguntas y salga de la pasividad; al iniciador de un ritual de creación que comparte con un público devoto:
Siempre investigo por largo tiempo, luego escribo guiones, para después realizar bocetos y dibujos de lo que saldrá en mis escenas, de ahí paso al proceso de búsqueda de personajes o modelos, esto lo hago por medio de un casting o invitación, ya pronto se realiza la preparación de las locaciones, para hacer la puesta en escena y la toma fotográfica. Con el resultado viene el análisis crítico, los nuevos textos y los detalles finales para comenzar con la difusión y circulación de la obra en distintos soportes[1].
He tratado que mis obras sean una canal para difundir mi pensamiento filosófico y político, creo que el arte debe tener un sentido social y político. Lo otro es para decorar casas de millonarios.
En éstos momentos trabaja en una nueva serie, La Mesa de los Pecados, donde explora la ignorancia y la xenofobia a partir de la relación de los chilenos con los inmigrantes, donde el poder económico es la nueva religión.
[1] Está disponible en la página del autor un catálogo razonado, Caprichos: Imágenes Rebeldes, es una publicación que permite adentrarse en su proceso y producción personal de los últimos 10 años. http://torogoya.cl/wp-content/uploads/CAPRICHOS-MAURICIO-TORO.pdf